Valeroso capitán,
claro espejo de las armas,
temor de los enemigos,
fuerte muro de Granada,
espejo de la milicia,
archivo en quien mi esperanza
vive, y todo mi contento,
causa de todas mis ansias,
no te espantes que mis ojos
ante ti derramen agua,
porque al fin los ojos son
las alquitaras del alma
por donde el amor destila
los vapores que derrama
la pena en el corazón
con el fuego que le abrasa,
cuyo valor excesivo
hace que del pecho salga
el agua, con que el dolor
del corazón se descarga;
y como a mí me combaten
fuego, amor, temor, mudanza,
celos y sospechas, lloro,
porque el corazón descansa.
Por Alá te pido y ruego
que aunque te miren las damas
no las mires, ni las veas,
porque en hacerlo me agravias,
que como eres tan galán ,
cuanto valiente en las armas,
por galán te dan el premio,
y por valiente la palma.