miércoles, 28 de marzo de 2018

Desapariciones Paul Auster


 Empieza de nuevo, a partir
de la soledad:

como si ahora respirara
por última vez,

y es ahora, por tanto,
cuando respira por vez primera
más allá del abrazo
de lo singular.

Vive, y no es por tanto
sino lo que se aloja
en el insondable hueco
de su ojo,

y lo que ve
es todo lo que no es: una ciudad
del hecho
indescifrable,

y, por tanto, un lenguaje de piedras,
pues sabe que en el total de la vida
una piedra
dará paso a otra piedra

para hacer un muro

y que todas esas piedras
formarán la monstruosa suma

de pormenores.