sábado, 31 de marzo de 2018

Carolina Coronado

La rosa blanca

¿Cuál de las hijas del verano ardiente,
cándida rosa, iguala a tu hermosura,
la suavísima tez y la frescura
que brotan de tu faz resplandeciente?

La sonrosada luz de alba naciente
no muestra al desplegarse más dulzura,
ni el ala de los cisnes la blancura
que el peregrino cerco de tu frente.

Así, gloria del huerto, en el pomposo
ramo descuellas desde verde asiento;
cuando llevado sobre el manso viento

a tu argentino cáliz oloroso
roba su aroma insecto licencioso,
y el puro esmalte empaña con su aliento.



http://www.manosalarte.com

miércoles, 28 de marzo de 2018

Desapariciones Paul Auster


 Empieza de nuevo, a partir
de la soledad:

como si ahora respirara
por última vez,

y es ahora, por tanto,
cuando respira por vez primera
más allá del abrazo
de lo singular.

Vive, y no es por tanto
sino lo que se aloja
en el insondable hueco
de su ojo,

y lo que ve
es todo lo que no es: una ciudad
del hecho
indescifrable,

y, por tanto, un lenguaje de piedras,
pues sabe que en el total de la vida
una piedra
dará paso a otra piedra

para hacer un muro

y que todas esas piedras
formarán la monstruosa suma

de pormenores.






domingo, 25 de marzo de 2018

Gabriel Ferrater

A media mañana

El sol, el viejo sabio, va disipando
minúsculas dudas de oscuridad, dejadas
hasta ahora por resolver. Le tiemblan
un poco las manos, y temblamos
los árboles y nosotros cuando oímos
que todo minuto que pasa ha de arrancar,
brusco, una venda de sombra, y ahora el justo
caso de la luz será bien recto, y ahora
chillará la delgada desazón de la flauta
de Iblis, y lo veremos todo, y repleto
de espacios de claridad, impenetrables
como el cristal. Manifestado todo, diremos:
tú lo has querido, te lo has buscado tú, de noche,
cuando dormías sólo para despertarte
y no querías creer que la vida
se te volvería más ignorada que el sueño.

Versión de M. Àngels Cabré


http://www.manosalarte.com 



sábado, 24 de marzo de 2018

Vicente Gerbasi


 
 


 
 
TE AMO, INFANCIA

Te amo, infancia, te amo,
porque aún me guardas un césped con cabras,
tardes con cielos de cometas
y racimos de frutos en los pasados ramajes.

Te amo, infancia, te amo
porque me regalas la lluvia
que hace crecer los riachuelos de mi aldea,
porque le diste a mis ojos un arcoiris sobre las colinas.

¿Aún existen los naranjos
que plantó mi padre en el patio de la casa,
el horno donde mi madre hacía el pan
y doradas roscas con azúcar y canela?

¿Recuerdas nuestro perro que jugando
me mordía las piernas y las manos?
Nacían puntos de sangre, un pequeño dolor,
pero todo pasaba pronto con el sabor de las guayabas,

Te amo, infancia, te amo
porque eras pobre como un juguete campesino,
porque traías los Reyes Magos por la ventana.

Un día llevaste a la puerta de mi casa
un hombre de barba que hacía bailar un oso a golpes de
tambor,
y otro día le dijiste a mi padre que me regalara un asno
negro.

¿Recuerdas que tú y yo lo bañábamos en el río?
¿Recuerdas que había una penumbra de bambú y helecho?

Te amo, infancia, te amo
porque me ponías triste cuando estaba enfermo,
cuando mi madre me hablaba de su tierra lejana.

¿Recuerdas? Una vez me mostraste un eclipse a las diez de 
la mañana
y las aves volvieron a dormir.

¿Existe aún aquel niño sin parientes
que un día bajó de la montaña
y me pidió el pan que yo comía en la plaza de la aldea?

Te amo, infancia, te amo
porque me regalaste mi aldea con su torre,
y sus días de fiesta con toros y jinetes y cintas
y globos de papel y guitarras campesinas
que encendían las primeras estrellas más allá de los árboles.

Te amo, infancia, te amo
porque te recuerdo a cada instante,
en el comienzo del día y en la caída de la noche,
en el sabor del pan,
en el juego de mis hijos,
en las horas duras de mis pasos,
en la lejanía de mi madre
que está hecha a tu imagen y semejanza
en la proximidad de mis huesos.

http://www.manosalarte.com



viernes, 23 de marzo de 2018

poetas Venezolanos

MI BICICLETA ES UN BARCO QUE RUEDA SOBRE EL AGUA


Yo tuve un barco bicicleta
Con una chiminea alta de cielo
Y una larga sirena
Que aullaba por las tardes en los viñedos
Surqué el mar
Con mi bicicleta
Mi bicicleta volaba de cresta en cresta
De espuma en espuma
Como un rayo de agua
En el baúl de mi barco bicicleta
Van todos los muertos
Los que no lloran
Y los callados

No pierde forma
Ni compostura
Acomoda por igual a fantasmas
Siluetas y cantantes

Mi barco es un barco que rueda sobre el agua.




Jaime Sabines

SITIO DE AMOR
Sitio de amor, lugar en que he vivido
de lejos, tú, ignorada,
amada que he callado, mirada que no he visto,
mentira que me dije y no he creído:
(Ésta es la última vez que yo te quiero.
En serio te lo digo.)
Cosas que no conozco, que no he aprendido,
contigo, ahora, aquí, las he aprendido.
En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amada, lugar en que descanso,
silencio en que me aflijo.
(Cuando miro tus ojos
pienso en un hijo.)
Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente
que todo te lo digo.
Tu corazón a flor de piel, tus manos,
tu sonrisa perdida alrededor de un grito,
ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo,
ese tu andar buscándome por donde yo no he ido:
Todo eso que tú haces y no haces a veces
es como para estarse peleando contigo.
Niña de los espantos, mi corazón caído,
ya ves, amada, niña, qué cosas dijo.



jueves, 22 de marzo de 2018

EL CELAJE, Amado Nervo


¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "Hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!
¿En que zarzas tu pie divino heriste?
¿Que muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Que nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?
¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.


Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.


martes, 20 de marzo de 2018

Cristobal Castillejo

CONTRA LOS ENCARECIMIENTOS DE LAS COPLAS ESPAÑOLAS
Estando comigo a solas,
Me viene un antojo loco
De burlar con causa un poco
De las trovas españolas
Al presente;
De aquellas principalmente
Muy altas, encarescidas,
Excellentes y polidas,
Que mucho estima la gente;
Y de aquellos estremados
Que por estilo perfeto
Sacan del pecho secreto
Hondos amores penados.
Son del cuento
Garci-Sánchez y otros ciento
Muy gentiles caballeros,
Que por caos cancioneros
Echan sospiros al viento.
No se me achaque o levante
Que me meto a decir mal
De aquel subido metal
De su decir elegante;
Antes siento
Pena de ver sin cimiento
Un tan gentil edificio,
Y unas obras tan sin vicio
Sobre ningún fundamento.
Los requiebros y primores
¿Quién los niega, de Boscán,
Y aquel estilo galán
Con que cuenta sus amores?
Mas trovada
Una copla muy penada,
El mesmo confesará
Que no sabe dónde va
Ni se funda sobre nada.
Aunque no por un tenor,
Todos van por un camino;
También sabe Guardamino
Quexar su mal y dolor
Sin paciencia;
No hay dél otra diferencia.
Al que se cuelga de un hilo,
Que no ser tal el estilo
Sobre la mesma sentencia.
Y de aquí debe venir
Que contando sus pasiones,
Las más comparaciones
Van a parar en morir;
Van de suerte
Que nunca salen de muerte
O de perderse la vida;
Quitaldes esta guarida,
No habrá copla que se acierte.
Por donde los trovadores
Son de burlas y reír
Que no se dan a escrebir
Sino penas y dolores.
¡Cosa vana,
Que la lengua castellana,
Tan cumplida y singular,
Se haya toda de emplear
En materia tan liviana!
Coplas dulces, placenteras,
No pecan en liviandad,
Pero pierde autoridad
Quien las escribe de veras,
Y entremete
El seso por alcahuete
En los misterios de amor;
Cuanto más si el trovador
Pasa ya del caballete.
Y algunos hay, yo lo sé,
Que hacen obras fundadas
De coplas enamoradas,
Sin tener causa por qué.
Y esto está
En costumbre tanto ya,
Que muchos escriben penas
Por remedar las ajenas,
Sin saber quién se las da.
Pero digo que arda en ellas
De los pies a la cabeça,
Decidme, ¿a quién endereça
Sus coplas y sus querellas?
Si las vende
A la dama que le prende,
¿Qué mayor desaventura
Que hablar por escritura
Con quien sé que no la entiende?
Cuanto más que ni leer
Las más saben ni escrebir.
Y en el dar o rescibir
Aún hay algo que hacer.
Mal mascada
Vais, copla desventurada,
Y la que más os estima
Devana su seda encima,
Y quedáis vos allí aislada.
Ved qué donoso presente,
Que la que más fe aventura
Por gozar d'esta locura,
Ni la gusta ni la siente;
Y el provecho,
Es que por vuestro derecho,
Alguna dama loquilla,
Dirá por gran maravilla:
"¡Ay, qué coplas que me han hecho!"
Pues si donde era razón
Tan pequeño fruto hacen,
Con los demás, aunque aplacen,
Deshonesta cosa son,
Y muy vano
Exercicio, y aun profano,
Publicar yo mis flaquezas,
Liviandades y baxezas,
Y escrebirlas de mi mano.
Sobra de bien y pan tierno
Hace que los amadores
Comparen el mal de amores
A las penas del Infierno.
Tú, Cupido,
Estás muy favorescido
Pensando que aquello es,
Mas donde hay dolor francés
El tuyo queda en olvido.
Final
Coplas y locuras mías,
Vuestro tiempo se ha llegado
Para aliviar el enfado
Destos trabajosos días.
Todas pasaréis por buenas,
Siendo aquel que os da favor,
Por natura mi señor,
Y por suerte mi Mecenas.






domingo, 18 de marzo de 2018

Jorge Manrique

Jorge Manrique
(1440–1479)

Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte
Contemplando
Cómo se pasa la vida,
Cómo se viene la muerte
Tan callando;
Cuán presto se va el placer,
Cómo después de acordado
Da dolor,
Cómo a nuestro parescer
Cualquiera tiempo pasado
Fue mejor.
Y pues vemos lo presente
Cómo en un punto s’es ido
E acabado,
Si juzgamos sabiamente,
Daremos lo non venido
Por pasado.
Non se engañe nadie, no,
Pensando que ha de durar
Lo que espera
Más que duró lo que vio,
Porque todo ha de pasar
Por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
Que van a dar en la mar,
Que es el morir;
Allí van los señoríos
Derechos a se acabar
E consumir;
Allí los ríos caudales,
Allí los otros medianos
E más chicos;
Allegados, son iguales
Los que viven por sus manos
E los ricos.





Adiós mama Carlota Guillermo Prieto


ADIÓS, MAMÁ CARLOTA
I
Alegre el marinero
Con voz pausada canta,
Y el ancla ya levanta
Con extraño rumor.
La nave va en los mares
Botando cual pelota.
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.
II
De la remota playa
Te mira con tristeza
La estúpida nobleza
Del mocho y del traidor.
En lo hondo de su pecho
Ya sienten su derrota.
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.
III
Acábanse en Palacio
Tertulias, juegos, bailes,
Agítanse los frailes
En fuerza de dolor.
La chusma de las cruces
Gritando se alborota.
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.
IV
Murmuran sordamente
Los tristes chambelanes,
Lloran los capellanes
Y las damas de honor.
El triste Chuchu Hermosa
Canta con lira rota:
Adiós, mamá Carlota;
Adiós, mi tierno amor.
V


Y en tanto los chinacos
Que ya cantan victoria,
Guardando tu memoria
Sin miedo ni rencor,
Dicen mientras el viento
Tu embarcación azota;
Adiós, mi tierno amor.





jueves, 15 de marzo de 2018

Jorge Cuesta

Jorge Cuesta poemas

Jorge Cuesta

poemas



DIBUJO
Suaviza el sol que toca su blancura,
disminuye la sombra y la confina
y no tuerce ni quiebra su figura
el ademán tranquilo que la inclina.
Resbala por la piel llena y madura
sin arrugarla, la sonrisa fina
y modela su voz blanda y segura
el suave gesto con que se combina.
Sólo al color y la exterior fragancia
su carácter acuerda su constancia
y su lenguaje semejanza pide;
como a su cuerpo no dibuja y cuida
sino la música feliz que mide
el dulce movimiento de su vida.

ELEGÍA
Después que mis ojos comprobaron que ya no la veía,
después que mis oídos penetraban en vano el silencio
que sus ruidos abandonaron,
sus paseos, sus palabras,
y que la muerte me dió una impresión certera y durable de su vacío,
la lluvia invadió súbitamente con su presencia nueva
mis sentidos desolados
y mi se apoyó mi vida en sentirla.
Y cuando alguien vino a hablarme de la civilización europea,
en vez de la lluvia, vi los trenes de Europa y sus paisajes a los lados,
los castillo que no hay en América
y recordé el castillo de Windsor
y cuando me estiré para verlo hasta que se perdía.
Pero se trataba de la fatiga de la vida,
de la pérdida de su frescura religiosa,
de la revolución social y de los hombres que no tienen ninguna fe
y se asoman a los ruidos confusos para discernir una voz,
y ven las nubes informes para sorprender una figura.
¿Y yo qué fe tenía?. Yo hablaba de la fe y eso me hacía vivir
durante ese momento
como tenerla hacía vivir más largamente,
y en los huecos de mi pensamiento y de mis palabras
renacía la lluvia y la puerta que enmarcaba sus hilos
y el tejado enfrente de donde escurrían los chorros más gruesos.
Pero hay todavía huecos
que no se abren ya sobre otra cosa distinta,
que no ven a otra lluvia, ni a más imágenes ni a más recuerdos:
hay huecos que se abren sólo a un vacío silencio
de donde ella partió y donde no crece nada...


  http://www.manosalarte.com/eurovision.html

miércoles, 14 de marzo de 2018

Yosa Buson

Primavera
Encender una vela
Con otra vela;
Una noche de primavera.
* * *

El halo de la luna, -
¿No es el aroma del ciruelo
Elevándose al cielo?
* * *

Acercando el brasero
A los pies,
Parece tan lejos del corazón.
* * *
Lentos días pasando, acumulándose,
¡Que lejos están,
Las cosas del pasado!
* * *

Sacos de semillas
Mojados
Por la lluvia primaveral.
* * *

La primera helada del año;
Mirando a la grulla enferma
A lo lejos.
* * *
Labrando el campo:
La nube que nunca se movió
Ha desaparecido.
* * *

El sol en el ocaso
Pisa la cola
Del faisán cobrizo.
* * *

Sobre la campana del templo
Duerme
La mariposa.
* * *
La golondrina desciende
Sobre el cuadro de Otsu,
y sale volando.
* * *

De regreso a casa
Después de matar un faisán, -
El sol aún está alto.
* * *

La urraca está cantando,
Su pequeña boca
Abierta.
* * *
Tras de mí,
Viejo y débil,
Flores esparciéndose.
* * *

Con cada pétalo que cae,
Las ramas del ciruelo
Envejecen.
* * *

Un campo de flores de colza:
El sol en el oeste,
La luna en el este.
* * *
Yendo a mirarlas,
Las flores del cerezo en la noche
Se han convertido en fruto.
* * *

La primavera alejándose
Duda
En las tardías flores del cerezo.
* * *

Te vas, -
¡Qué largo el camino!
¡Qué verdes los sauces!
* * *
Esto es todo:
El camino acaba
En el huerto.


http://www.vuelosmurcia.es/marmenor.html





martes, 13 de marzo de 2018

Jose Luis Cano Rapto de amor


Mira el mundo sin flor. Este haz de rocas
sólo sombra da al oro que declina.
Muerto parece el mar. Aquí culmina
el mineral silencio de dos bocas.
Soledad, piedra, amor. La arena yerta
desolada pasión siente en su seno.
No hiere su piel muda este sereno
amor, esta extinguida luz desierta.
Mira esa roca, oh prisma de ternura.
Pon tu mano en sus filos dulcemente.
¿No sientes en tu palma la silente
vida que allí se esconde, ahogada, oscura?
Y el duro corazón que en ella late,
nuestro crispado amor va serenando
de un pálpito inmortal, y va arrancando
luces y sueños de tu seno mate.
roca es también tu cuerpo, roca o muerte
tu pálida belleza y tu mirada,
tu frente, luna ya petrificada
por este sideral silencio inerte.
No mires hacia el mar. En esta arena
clava ya tus dos labios diamantinos.
Incendia con tu lengua estos caminos
de calcáreo pesar y extinta vena.
Muerto está el mundo si tus labios miro.
La tierra vuelta ya a un perenne ocaso.
Sólo vuelvo a vivir cuando repaso
tus brazos, pleamar en donde expiro.
Este nocturno viento, esta bandera
de soledad, ondeando por la orilla,
cómo asola implacable tu mejilla,
rígida ya en su hálito de cera.
Muere a solas la tarde, y una broza
tierna muerdes, de amor languideciendo.
Todo tu peso núbil voy cediendo
a esa arena mortal que el labio roza.
Pero duro, bramante, el mar ya invoca
nuestro amor, nuestras bocas rutilantes.
Reclama esta inmortal gloria de amantes,
pétreo fuego de amor que un astro evoca.
Clama ya su pasión. ¿No oyes su pecho
resonar por la inmensa, abierta herida?
alza pujante que alza una ofrecida,
cálida espuma en jadeante lecho.
En ti grabo mis labios y en ti hundo
mi soledad, mis pulsos invocantes.
Átate a mí. seremos dos amantes
en busca del olvido en lo profundo.
Ciégate en mi clamor. Tras esa bruma,
¿no ves el halo de otro paraíso?
Este viento vibrátil que ya piso,
aéreamente nos alza y a él nos suma.
Tromba de amor me arrastra y me desata
de tus brazos, me arranca de tu frente,
ya precipita al mar la débil puente
de mi pecho y tu muerte me arrebata.
Lejano va tu cuerpo entre la espuma,
tus miembros ya rendidos a otro amante,
y te va blanqueando a cada errante
ola, la blanda sal que el mar rezuma.
Mientras yo voy profundo, hacia ignoradas
regiones de un amor más poderoso,
y un gran mar de metal, ligero, hermoso,
me tiende sus espumas invioladas.
Qué lejos está el mundo. Ya la arena
olvidó mi inquietud bajo otro viento.
¿He nacido otra vez? Ya sólo siento
un cuerpo hermoso, azul, que me encadena.


Y un oscuro clamor. De nuevo a solas,
late mi corazón en lo profundo
de este mar que me asume, y en él hundo
una sangre de amor bajo las olas.




lunes, 12 de marzo de 2018

Abandono | Renée Ferrer



¿De qué remota lengua desasida
proviene este resabio de abandono?
En cavilosa soledad corono
una imagen de niña estremecida.

¿De qué lejano olvido, que se anida
en las letales naves del encono,
desembarca esta queja con su tono
de brisa a la intemperie amanecida?

¿De qué brazos amantes del despego
zarpó el velamen de mi tierna mano,
la brújula extraviada en el abrazo

confinado a la orilla? ¿Qué hay del riego
de besos en que, cándida, me ufano,
si hurté la dirección de su regazo.



sábado, 10 de marzo de 2018

LAS PROSTITUTAS... José Juan Tablada


Las prostitutas
Ángeles de la Guarda
de las tímidas vírgenes;
ellas detienen la embestida
de los demonios y sobre el burdel
se levantan las casas de cristal
donde sueñan las niñas...

EL GALLO HABANERO
En el matinal gallinero
con el rendimiento caballero,
en torno a su hembra enreda
el arabesco de su rueda
sin cesar el gallo habanero;
cual blanco albornoz el plumón
envuelve su fiero ademán;
¡por su cresta-fez bermellón
y el alfanje de su espolón,
el gallo es un breve sultán!
Junto a la gallina coqueta,
de pronto su blanca silueta
fija en soberbia rigidez,
como el gallo de la veleta
o el caballo del ajedrez...
Echando atrás el cuello empina;
¡y en enfático frenesí,
rasga la matinal neblina,
sobre el jardín que ilumina
con su agudo kikirikí!





miércoles, 7 de marzo de 2018

poetas venezolanos -- Otero

Cuando de mí no quede sino un árbol,
cuando mis huesos se hayan esparcido
bajo la tierra madre;
cuando de tí no quede sino una rosa blanca
que se nutrió de aquello que tú fuiste
y haya zarpado ya con mil brisas distintas
el silencio del beso que hoy bebemos;
cuando ya nuestros nombres
sean sonidos sin eco
dormidos en la sombra de un olvido insondable;
tú seguirás viviendo en la belleza de la rosa,
como yo en el follaje del árbol
y nuestro amor en el murmullo de la brisa.


http://www.manosalarte.com

martes, 6 de marzo de 2018

Granada, calle de Elvira

Granada

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.

Las que van delante, garzas
la que va detrás, paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la umbría
el surtidor y la rosa?

¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores redondas?

Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus bueyes
y el Dauro a sus mariposas.

La noche viene cargada
con sus colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.

¿Quién serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas. 


http://www.manosalarte.com/federicogarcialorca.html



domingo, 4 de marzo de 2018

LA DESPEDIDA DE SILVIA Juan Bautista Arraiza


Ya llegó el instante fiero,
Silvia, de mi despedida,
pues ya anuncia mi partida
con estrépito el cañón.
A darte el adiós postrero
llega ya tu tierno amante,
lleno de llanto el semblante
y de angustia el corazón.
Llega tú, objeto divino,
tiéndeme los brazos bellos,
que si logro yo que en ellos
dulce acogida me des,
no conseguirá el destino
el golpe que quiere darme,
porque antes de separarme
me verá muerto a tus pies.
¡Oh! si las pasiones nuestras
fueran de igual violencia,
el dolor de nuestra ausencia
se partiera entre los dos.
Mas tú un semblante me muestras
indiferente o contento,
cuando yo no tengo aliento
ni aun para decirte adiós.
Murmurando un manso río
baña el prado con sosiego,
y por fruto de su riego
bellas flores ve brotar.
Tú en silencio, llanto mío,
mi afligido pecho bañas,
y de Silvia las entrañas
no consigues ablandar.
¿Mas qué dices, Silvia mía,
con ese tierno suspiro?
¿Por qué entre lágrimas miro
tus ojos resplandecer?
cual nube que en claro día
opuesta al sol se deshace,
y el sol con sus rayos hace
brillar el agua al caer.
¿En mí los lánguidos ojos
fijas con tanta ternura?
¿Sin faltarle la hermosura
falta a tu rostro el color?
¿Vas a abrir los labios rojos,
y el sentimiento los sella?
¡Que en ti haya de ser tan bella
aun la imagen del dolor!
¡Insensato! yo pensaba
que la amarga pena mía
algún alivio tendría
si tú penaras también.
Al error que me engañaba
concede, Silvia, el perdón;
ya siento más tu aflicción
que antes sentí tu desdén.
Bien mío, por Dios te ruego,
serena el triste quebranto;
no vale tan bello llanto
cuanto el mundo encierra en sí.
Pasen por ti con sosiego
de amor las horas serenas,
y aquellas angustias llenas
que se detengan en mí.
En mí, miserable y triste,
por el cielo destinado
para soportar del hado
la bárbara crüeldad.
No en ti, que hermosa naciste
llena de un poder divino
para tener el destino
sujeto a tu voluntad.
Por él tendrás el consuelo,
mientras que mi ausencia llores,
de encontrar mil amadores
más de tu gusto que yo;
otro, a quien dispense el cielo
la fortuna de agradarte;
pero otro que sepa amarte
como yo te amo, eso no[...]



viernes, 2 de marzo de 2018

Los demás me miraron

Al verme se apartó de sus amigas
y rodeando mi cuello con sus brazos
les dijo alegremente: -«Quiero a este hombre».

Los demás me miraron con envidia.
Es muy linda en verdad y entró en mi cuarto.
Llegué tarde al trabajo al otro día.

Después no se movió ya de mi casa.
Descubrí que son bellas las estrellas
y me gustó algún tiempo. Pero pronto
olvidé que hay estrellas en la noche.

Ahora su amor me oprime como un peso.
No puedo ya salir con mis amigos.
No puedo ya sonreír a las muchachas.
No puedo ni beber un solo trago.

Es mala esta mujer. De verdad mala.
Tan mala como linda. Si la dejo
me matará, lo sé. Lo sé de veras.

Mis amigos se ríen. Yo estoy triste
pues no logro apartarla de mi lado.
Ojalá no me amase o se muriese.

http://www.manosalarte.com/josemariafonollosa.html