lunes, 1 de diciembre de 2014

Luis Arias Manzo

Agualuna XIII

Cada pincelada de ese poeta 
Moribundo por el desprecio cotidiano, 
O la metáfora de ese pintor 
Dislocado por el hambre rutinario, 
Errantes por las calles vacías del barrio, 
Y sin embargo, tan transitadas, 
Me recuerdan su nombre, Agualuna, 
Y quiero tu pincel, poeta amigo, 
Y quiero tu pluma, pintor hermano, 
Para dibujar el nombre de mi amada 
Y escribir de azulejos su rostro florecido.

Hace rato que vengo sollozando 
Por este camino de siglos en el tiempo, 
Muéstrenme ustedes el lugar exacto, 
Sabios errantes sin reconocimiento, 
Mentes golpeadas por la sequía humana, 
Aguerridos luchadores del espacio vacío, 
Viajantes del cosmos y del karma, 
Donde se encuentra la frontera fría 
Que divide sin compasiones, 
La oscuridad de mi pena centenaria 
Y la claridad de mi alma enamorada. 

Ya me voy perdiendo en la búsqueda eterna 
Y no me puedo hallar entre la camanchaca, 
Las respuestas se van esfumando lentamente, 
Como pinceladas románticas cuando le escribo, 
O como corre la tinta cuando dibujo su nombre, 
Yo no los quiero agobiar con mi impertinencia, 
Pero ¿a quién recurrir en estos años metálicos? 
¡Quién mejor que ustedes conoce la paciencia 
Para soportar tanta injuria de la ignorancia! 
Yo sé que ustedes, hombres del mundo y la calle, 
Sólo ustedes podrán acompañarme en mi ocaso.



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