lunes, 21 de julio de 2014

Erótica Enrique de Mesa

Cayó sobre tu espalda
la llama de tu pelo
y quemó la blancura
su ondulación de fuego.
Entre los áureos rizos
por el amor deshechos
yo vi calientes, húmedos,
brillar tus ojos negros.
Sin desmayas, erguidos,
redondos, duros, tersos,
temblaron los montones
de nieve de tus pechos.
Y de amor encendida,
estremecido del cuerpo,
con amorosa savia
sus rosas florecieron.
El clavel de tus labios
brindaba miel de besos
y fue mi boca ardiente
abeja de sus pétalos.
De la crujiente seda,
que resbalara al suelo
emergió su blancura
tu contorno supremo.
Y al impulso movido
de ardoroso deseo
se cimbró entre mis brazos
y quedó prisionero.
Me abrasaban tus ojos,
me quemaba tu aliento,
y apagó las palabras
el rumor de los besos …