viernes, 20 de febrero de 2015

Variante portorriqueña del Conde Nino


Caminaba el Conde Olinos
la mañana de San Juan,
por dar agua a su caballo
en las orillas del mar.
Mientras su caballo bebe
él se ponía a cantar:
-Bebe, bebe, mi caballo,
Dios te me libre de mal,
Dios te libre en todo tiempo
de las furias de ese mar.
Las aves que iban volando
se paraban a escuchar
porque les gustaba mucho
aquel tan dulce cantar.
La reina que lo escuchaba
a su hija fue a buscar:
-Oye, hija, cómo canta
la sirena de la mar.
-No es la sirenita, madre,
la que dice ese cantar.
Es la voz del Conde Olinos
que por mí penando va.
-Pues si es el Conde Olinos
yo lo mandaré a matar.
¡Vengan pronto, mis soldados,
al Conde Olinos matad!
Él murió a la madrugada,
ella, a los gallos cantar.
A los dos los enterraron
en medio de un platanal.
Dos arbolitos crecieron
en aquel mismo lugar;
ni en la vida, ni en la muerte
los pudieron apartar.



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