lunes, 31 de agosto de 2015

Angelita Sevilla La Boda

LA BODA

Estoy aquí,vida mía

para decirte "te quiero",

no el mismo de cada día,

Para decirte uno nuevo,

En la mano llevo un ramo,

un vestido largo y bello ,

y en el pelo un blanco velo.

Amor en mi corazón.

Dicha que sin fin espero,

y una luna duradera

coronada con luceros

Angelita Sevilla


domingo, 30 de agosto de 2015

Octavio Paz poema


Primavera a la Vista


Pulida claridad de piedra diáfana,
lisa frente de estatua sin memoria:
cielo de invierno, espacio reflejado
en otro más profundo y más vacío.
El mar respira apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz entre los árboles,
ejército dormido. Los despierta
el viento con banderas de follajes.
Nace del mar, asalta la colina,
oleaje sin cuerpo que revienta
contra los eucaliptos amarillos
y se derrama en ecos por el llano.
El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.


sábado, 29 de agosto de 2015

Miguel Hernandez

VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN


Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.




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viernes, 28 de agosto de 2015

A Silvia Giacomo Liopardi

¿Todavía recuerdas
de tu vida mortal, Silvia, aquel tiempo,
en el que la beldad resplandecía
en tus ojos huidizos y rientes,
y alegre y pensativa, los umbrales
juveniles cruzabas?

Resonaban las calmas
estancias, y las calles
vecinas con tu canto inagotable,
mientras a las labores femeniles
te sentabas, dichosa
de aquel vago futuro de tus sueños.
Era el mayo oloroso: y tú solías
pasar el día así.

Yo los gratos estudios
tal vez dejando y los sudados pliegos,
que mi temprana edad
gastaban y de mí la mejor parte,
en los balcones del hogar paterno
escuchaba el sonido de tu voz
y tu mano ligera
recorriendo la tela fatigosa.
Miraba el cielo calmo,
los dorados caminos y los huertos,
y allá el lejano mar, y allá los montes.
Lengua mortal no dice
lo que mi alma sentía.

¡Qué dulces pensamientos
que esperanzas, qué pálpitos, oh Silvia!
¡Cómo la vida humana
y el hado contemplábamos!
Cuando recuerdo tantas ilusiones,
me abruma un sentimiento
acerbo y sin consuelo,
y me vuelve a doler mi desventura.
Oh tú, naturaleza,
¿por qué no das después
lo que un día prometes? ¿por qué tanto
engañas a tus hijos?
Antes que el frío arideciera el prado,
de extraña enfermedad presa y vencida,
moriste, oh mi ternura, sin que vieras
las flores de tu edad;
no alegraba tu alma
el dulce elogio o de las negras trenzas
o de tu vista esquiva y amorosa;
ni contigo en las fiestas las amigas
de amoríos hablaban.

También murieron pronto
mis dulces esperanzas: a mis años
también les negó el hado
la juventud. ¡Ah, cómo,
cómo pasaste, cara compañera
de mi primera edad,
mi llorada ilusión!

¿Es este el mundo aquel? ¿Éstas las obras,
el amor, los sucesos, los placeres
de los que tanto entre los dos hablábamos?
¿esta es la suerte de la raza humana?
Al llegar la verdad
tú, mísera, caíste: y con la mano
la fría muerte y la desnuda tumba
de lejos señalabas.

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jueves, 27 de agosto de 2015

Casa de la ramera Oscar Wilde

Seguimos la huellas de pies que bailaban
hacia la calle alumbrada de luna
y nos detuvimos bajo la casa de la ramera.

Adentro, por sobre estrépito y movimiento,
oímos los músicos tocando a gran volumen
el «Treues Liebes Herz» de Strauss.

Como formas extrañas y grotescas,
realizando fantástico arabesco
corrían sombras detrás de las cortinas.

Vimos girar los fantasmales bailarines
al ritmo de violines y de cuernos
cual hojas negras llevadas por el viento.

Igual que marionetas tiradas de sus hilos
las siluetas de magros esqueletos
se deslizaban en la lenta cuadrilla.

Tomados de la mano
bailaban majestuosa zarabanda;
y el eco de las risas era agudo y crispado.

veces un títere de reloj apretaba
la amante inexistente contra el pecho,
y otras parecía que querían cantar.

A veces una horrible marioneta
se asomaba al umbral fumando un cigarrillo
Como cosa viviente.

Entonces, volviéndome a mi amor dije,
«Los muertos bailan con los muertos,
el polvo se arremolina con el polvo».

Pero ella escuchó el violín,
se apartó de mi lado y entró:
entró el Amor en casa de Lujuria.

Súbitamente, desentonó la melodía,
se fatigaron de danzar el vals,
las sombras dejaron de girar.

Y por la larga y silenciosa calle
en sandalias de plata asomó el alba
como niña asustada.
  
Versión de E. Caracciolo Trejo

miércoles, 26 de agosto de 2015

TU ESPALDA Ramón ALMAGRO




Tu espalda es mi descanso, mi sosiego,
es la calma después de haber amado,
tu espalda es un refugio donde llego
a lamer mis heridas angustiado.

Tu espalda es taller de mi poesía
en las noches que paso desvelado,
tu espalda tiene el fin de cada día,
es el sueño y un beso ya cansado.

Y si todo se me hace cuesta arriba,
si la vida se ensaña con mi vida,
más que nunca, tu espalda es necesaria,

Pues si es dura la mano del destino,
tu espalda es el altar donde me inclino
para llegar a Dios... con mi plegaria.



lunes, 24 de agosto de 2015

Amargo Amor

Amargo amor
Teje tu tela, teje de nuevo tu tela;
Deja que el mes de junio azote el invierno de mi patria;
Teje la tela de acero y de cemento;
Junta tus hilos uno a uno, oh hermoso tejedor;
Forma tu tela con fuertes lazos,
Con orgullosos rastros de sueño.
Toda la tierra está en las colas del amor;
En las ciénagas del amor podridas están las manzanas.
Cada día tiene un eco, un paso, un rastro, gemido;
Cada día la estancia recibe la visita del cuerpo en el lecho;
Cada día hay una mano que desnuda;
Cada día descansa la ropa en las sillas brillantes por el polvo.
Teje tu tela, oh hermoso tejedor;
Teje los restos de los cuerpos que se unieron.
Entre tus hondos pechos de relámpagos quietos,
Entre tu vientre oculto de cesto dividido,
En la cálida ráfaga que viene de tu abrazo,
Fui un día tu sombra, el "cuándo" entristecido,
El "adónde" que lleva hacia una muerte cierta.
Ya moriré algún día sin preguntar qué pasa,
Qué pasa entre tus hombros, en el temblor de espiga
De tu escorzo de nieve,
Qué viene por los ecos que acarician tu pelo,
Qué flechas encendidas acumulan tus manos,
Qué enamorado encuentro ha de tocar tu beso.
No es para volver, no es para cantar
Sino tu verde corazón transfigurado,
La melodiosa sombra que duerme en tus pupilas,
El afán escondido que tenía tu ausencia.
Recógeme, amor mío, con tus cálidas plumas;
Recógeme y húndeme tu ternura llagada;
Colócame en tu olvido, recógeme cantando.
No es para que preguntes, no es para que indagues
El sitio donde puse mi corazón hundido;
Recógeme, ahora, para estar en lo ausente,
Sin preguntar qué ocurre, qué pasa, por qué vuelves
Tu cabeza de ausente firmamento.
Cae ahora hacia mi lado; vuelve
A dividir tu cuerpo, a derramar tu furia,
Hasta que te estremezca el nombre del combate
Que a muerte libraremos, esa pasión a muerte
Entre tú y yo: un huracán de manos
Nos hallará apretados en los dones sin término
De una tierra total.

sábado, 22 de agosto de 2015

El Celaje


¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "Hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!
¿En que zarzas tu pie divino heriste?
¿Que muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Que nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?
¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.
Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.


Amado Nervo 

jueves, 20 de agosto de 2015

Alba Federico Garcia Lorca

ALBA 

Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semillero de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada. 

¡Qué haré yo sobre estos campos
cogiendo nidos y ramas,
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas! 

¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada. 


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miércoles, 19 de agosto de 2015

Nostalgia


Nostalgia

Del lugar del que partí
recuerdo el mar
y el horizonte vespertino
donde naufraga el sol
y mi destino

Pedro Pablo Gomez




martes, 18 de agosto de 2015

ROMANCE SONÁMBULO

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.


Federico García Lorca



lunes, 17 de agosto de 2015

Francisco Villaespesa

FANTASÍA MORISCA

El reloj encantado
retumba la una.

Bajo el plateado
temblor de la Luna,
la fuente sonora
del patio, entre tanto,
nos cuenta el encanto
de la reina mora.

Un dragón vigila
su lóbrego encierro.
La feroz pupila
se revuelve inquieta.

A quien mira, mata.
La mano de hierro
crispada aún, sujeta
la llave de plata.

Lenta el agua llora;
y la reina mora,
sola con su llanto,
espera el acero
del joven guerrero
que rompa el encanto.

Pálida y sumisa,
bajo una palmera,
con su peine de oro
y marfil, alisa
el negro tesoro
de su cabellera!

El reloj encantado
retumba la una.
Bajo el plateado
temblor de la Luna,
la fuente sonora
del patio, entre tanto,
nos cuenta el encanto
de la reina mora!



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domingo, 16 de agosto de 2015

Romance de los ojos verdes Rafael de León




-¿De dónde vienes tan tarde?
¡Dime, di! ¿De dónde vienes?
-Vengo de ver unos ojos
verdes como el trigo verde.
El sueño juega y se esconde
en la plaza de mi frente;
cabalgo por las ojeras
de unos ojos en relieve.
El cuarto se va llenando
de mar, de barcos y peces,
acuarium improvisado
sobre el barniz de los muebles,
mientras que la media luna
de junio roja y solemne
se suicida sobre el filo
de la mañana que viene.
-¿De dónde vienes cantando?
¡Dime, di! ¿De dónde vienes?
-Vengo de ver unos ojos
verdes como el limón verde.
Por el río de la siesta
pasa un pregón hecho nieve
persianas atravesando:
"¡Chumbos frescos, ¿quién los quiere?!"
La sábana de la cama
en silencio se defiende
amortajando suspiros
bajo la cal de sus pliegues
contra dos cuerpos desnudos
que su blancura oscurece;
muslos de trigo en mis muslos
brazos delgados y ardientes
que como ríos morenos
iluminados de fiebre
se precipitan sin pulso
por la llanura del vientre
en una lucha romana
de mirtos y de laureles.
-¿Dónde naciste? -En Tarifa,
¿Y tú? -En Sevilla. Mis sienes
están preñadas de olivos
como tus ojos de verdes.
El silencio apuñalado
vuelve a sembrar las paredes
y un sueño de torres altas
y de relojes ausentes
sobre la cama cansada
echa su capa de nieve.
-¿De dónde vienes borracho?
¡Dime, di! ¿De dónde vienes?
-Vengo... vengo de la viña
y el olivarito verde.
-¿Qué mala hierba pisaste,
quién te atravesó las sienes
con ese mal fario...? ¡Dime!
-Son las cosas de la suerte,
unos la encuentran de espaldas,
otros la encuentran de frente,
y yo me encontré a sus ojos
verdes como el trigo verde.
-¿Quieres que te haga una taza
de hierbabuena caliente?
-Quiero su voz, luna y plata
diciéndome que me quiere.
-¿Quieres que te ate un pañuelo
y te lo anude a la frente?
-Quiero sus brazos de trigo
y su cintura de aceite.
-¿Quieres que cante una nana
para ver si así te duermes?
-Quiero sentirme en el cuello
su aliento de flauta breve.
-Entonces... mi corazón,
dime, ¡por Dios! lo que quieres.
-Quiero sus ojos. Sus ojos
verdes como el trigo verde,
como el limón y la albahaca,
como el mar y los cipreses,
el romero y los laureles...
Si no me traes sus ojos,
¡dile que venga la muerte!


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jueves, 13 de agosto de 2015

Carlos Pellicer

ESTUDIO

Apenas te conozco y ya me digo: 
¿Nunca sabrá que su persona exalta
todo lo que hay en mí de sangre y fuego? 

¡Como si fuese mucho
esperar unos días -¿muchos, pocos?-
porque toda esperanza
parece mar del Sur, profunda, larga! 
Y porque siempre somos
frutos de la impaciencia bosque todos. 
Apenas te conozco y ya arrasé 
ciudades, nubes y paisajes viajes,
y atónito, descubro de repente
que dentro estoy de la piedra presente 
y que en cielo aún no hay un celaje. 

Cómo serán estas palabras, nuevas, 
cuando ya junto a ti, salgan volando 
y en el acento de tus manos vea
el límite inefable del espacio.




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martes, 11 de agosto de 2015

El regreso

EL REGRESO
El viento trae arenas, pero en la arena viene
escondida la nueva semilla de la sangre.
El invierno infinito pasó sobre nosotros.

En la altura los filos de la nieve perdieron
su transparencia aguda, sus varas de furores,
y penetró en la roca la mañana.
...............................................Pupilas

rodaron jubilosas. Trajo el beso de ese año
olor de amor, ¿recuerdas?, y las islas estaban
cubiertas por la lluvia.
.............................Nunca sabe uno en dónde

encontrará la puerta, nunca sabe si el viento
sopla desde los huesos o viene hacia los últimos
aposentos huraños de los huesos marchitos:

uno sólo pregunta en dónde nace; se oye
soplar, gemir; se mueve entre las manos; sube
hasta los ojos; taja los vértices del sueño,

y luego escapa solo.
.............................Nunca sabe uno en dónde
encontrará la puerta: mas cuando ya está cerca,
uno toca asombrado las ígneas llaves: toma

todo el largo camino -¡la sal, el pan,
el corazón oscuro del pasado, los ídolos
acurrucados, negros, la estación de los huesos,

los idos para siempre!... - y ve que la mañana
gloriosa se alza, mueve las ramas vigorosas
de los árboles nuevos, y fulmínea arremete

contra los campos.
.........................Solos, bajo el azul henchido
contemplamos el valle silencioso.
..................................................Cansados
nos detuvimos.
...........................Todos los brotes parecían

aguardar la llegada del nacimiento.
....................................................¡Mundos
extendidos, lejanos!, ¡centelleantes corrientes!;
¡morosos animales recibían la tibia

resonancia de soles!; ¡la tierra adelantaba
el sonido perfecto de la estación!
................................................¡Oh espacio
núbil, nuevo del cielo!
.............................¡Sobre los cuerpos, árboles

que aguardaban los sellos!
..................................¡Oh valle extenso y solo,
cuánto te recordamos en el desierto, cuántas
veces te recorrimos, cuántas veces te odiamos

bajo la lluvia negra!
....................................Los dos miramos.
..............................................................Solos
descendimos cantando. Todo el aire se hundía
en nuestros pechos.
.................................Trajo el viento hacia los dedos

las semillas que luego metidas en la muerte
surgirán en alguna madrugada terrible,
y espadas luminosas volaron sobre el cielo

hendido. Nadie.
...........................Solos entramos en las calles;
vimos surgir entonces las furiosas raíces,
y zumbaron las alas, los ojos membranosos;

las pezuñas golpearon los techos.
.....................................................¡Ay ciudad
sitiada por los peces y los gélidos hombros
de las rocas!
.....................¡Murmullos de voces sigilosas

roían los umbrales!
......................En las plazas desiertas
vacíos trajes vimos con vacíos señores
que buscaban, a ciegas, ese estrecho y sombrío

pasadizo que corre de un cuerpo a otro cuerpo.
¡Oh muro ennegrecido!
..................................Llovió sobre la tarde:
combada en pétreo filo entró la noche.
.........................................................¡Muros

solos del parto, muros poblados de la tumba!
¡Paredes llenas de ojos felinos!
..............................................Nadie.
.........................................................Llueve
inmensamente. Toda la oscuridad penetra

entre las calles, muerde, astilla las ventanas;
esteros sucios tragan tinieblas.
.............................................Llueve.
........................................................Llegan
voces, las olas braman trayendo negros truenos,

devorando las costas.
.........................¿Dónde entrar?, ¿dónde entraron?
Los oficios se han ido, los nombres brillan solos
sobre el bronce, las copas se llenan de agua -¿dónde

están?-, el agua arrastra los trabajos, la tinta
y el tiempo de los verbos.
.........................................¡Oh lluvia: limpia, lava
los cimientos del polvo!; ¡oh lluvia: criba el tuétano

de la edad: bate, bate!
..................................La calle se estremece.
¡Vamos a volver, vamos a regresar!
............................................................¡No vamos
a regresar!
...............El viento sopla un amanecer.

Detrás de las columnas del mundo se levantan
las puertas poderosas.
...................................El agua estaba cerca
del horizonte: toda la lluvia sube al cielo.

¡Ay madrugada: vienes, no tan pronto, tan pronto
sobre nosotros; llegas interminable; subes
al trono incandescente de la nube; caminas

sobre el fuego del Ojo! ¡La inminencia, inminencia
de las copas que vuelan por el aire!, ¡vendimias
de la cólera!: vienes, madrugada, tan pronto

sobre el lagar oscuro de la ira.
.............................................¡Despiertas
en medio de la noche que termina: te llaman
con los escalofríos porque alguien está ahí,

porque alguien ya te lleva, te arrastra hacia otra parte
oscura, tenebrosa!
...................................¡Oh madrugada, deja
tu sello inmarcesible sobre nosotros!
.........................................................¡Toda

la mañana arrebata las últimas esquirlas
de la sombra, dispersa todas las formaciones
del polvo muerto, cae en los rincones verdes

de la planta, ilumina los trigos inmortales
de la sabiduría!
..........................¡Se cierran los cerrojos
del abismo!; ¡murmullos antifonales ruedan

en el azul!; ¡se encienden las paredes altísimas
en las habitaciones del sol!
..........................................De la distancia
rueda un silbido apenas, ¡el llamado atraviesa

los látigos lejanos del pasado!
..............................................Y el año
corre, avanza.
....................Por eso corremos en la tarde,
mientras tocan campanas debajo de los muertos,

y el mundo está cambiando, y en los huesos nos canta
un murmullo.
.......................¡Raíces rodean la alta roca!,
¡los árboles inundan la mañana esplendente!,

¡el torbellino silba las nubes que se cierran
y un vértigo de cascos atraviesa los filos
del horizonte!, ¡suben los humos!
..................................................¡Árbol, panes

para lavar tristeza!
.............................Despiertos esperamos
todo el amor, la gloria terrible de los besos
inmortales.
.................¡Oh muerte!, ¿dónde está tu victoria,

el aguijón perenne?
.............................Cantamos.
.............................................Toda el agua
cayó sobre nosotros.
...............................¡Oh corazón, oh Roca
en que se apoya el mundo!, ¡oh fuente nueva, tiende,

tu corazón encima del granito flamígero!;
¡el aceite encendido desciende desde el Arbol!:
¡manan panes!
..........................¡Oh Piedra!, ¡oh roca majestuosa!;
¡sobre tus fundamentos tú sostienes el mundo!



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domingo, 9 de agosto de 2015

Leo Zelada

Percival
«el que ama, obedece»
Chretien de Troyes
siglo XII

soy el oscuro caballero andante
que camina silencioso entre las sombras
y se desvanece taciturno sobre la niebla
aquel que lucha por absurdas ilusas cruzadas
y sólo encuentra la mirada amarga del exilio
no obstante el que al pie de una solitaria torre
espera a su doncella -orden de las rosas-
en la vasta inmensidad de la noche.



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sábado, 8 de agosto de 2015

Pedro Calderón de la Barca


De La vida es sueño

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.




viernes, 7 de agosto de 2015

Pablo Neruda, poema 5


Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.



martes, 4 de agosto de 2015

MIGUEL HERNÁNDEZ: Orillas de tu vientre



¿Qué exaltaré en la tierra que no sea algo tuyo?
A mi lecho de ausente me echo como a una cruz
de solitarias lunas del deseo, y exalto
la orilla de tu vientre.

Clavellina del valle que provocan tus piernas.
Granada que has rasgado de plenitud su boca.
Trémula zarzamora suavemente dentada
donde vivo arrojado.

Arrojado y fugaz como el pez generoso,
ansioso de que el agua, la lenta acción del agua
lo devaste: sepulte su decisión eléctrica
de fértiles relámpagos.

Aún me estremece el choque primero de los dos;
cuando hicimos pedazos la luna a dentelladas,
impulsamos las sábanas a un abril de amapolas,
nos inspiraba el mar.

Soto que atrae, umbría de vello casi en llamas,
dentellada tenaz que siento en lo más hondo,
vertiginoso abismo que me recoge, loco
de la lúcida muerte.

Túnel por el que a ciegas me aferro a tus entrañas.
Recóndito lucero tras una madreselva
hacia donde la espuma se agolpa, arrebatada
del íntimo destino.

En ti tiene el oasis su más ansiado huerto:
el clavel y el jazmín se entrelazan, se ahogan.
De ti son tantos siglos de muerte, de locura
como te han sucedido.

Corazón de la tierra, centro del universo,
todo se atorbellina, con afán de satélite
en torno a ti, pupila del sol que te entreabres
en la flor del manzano.

Ventana que da al mar, a una diáfana muerte
cada vez más profunda, más azul y anchurosa.
Su hálito de infinito propaga los espacios 
entre tú y yo y el fuego.

Trágame, leve hoyo donde avanzo y me entierro.
La losa que me cubra sea tu vientre leve,
la madera tu carne, la bóveda tu ombligo,
la eternidad la orilla.

En ti me precipito como en la inmensidad
de un mediodía claro de sangre submarina,
mientras el delirante hoyo se hunde en el mar,
y el clamor se hace hombre.

Por ti logro en tu centro la libertad del astro.
En ti nos acoplamos como dos eslabones,
tú poseedora y yo. Y así somos cadena: 
mortalmente abrazados.

Miguel Hernández

lunes, 3 de agosto de 2015

RUBEN DARIO: Allá lejos

Buey que vi en mi niñez echando vaho un día
bajo el nicaragüense sol de encendidos oros, 
en la hacienda fecunda, plena de la armonía 
del trópico; paloma de los bosques sonoros 
del viento, de las hachas, de pájaros y toros 
salvajes, yo os saludo, pues sois la vida mía.

Pesado buey, tú evocas la dulce madrugada
que llamaba a la ordeña de la vaca lechera,
cuando era mi existencia toda blanca y rosada;
y tú, paloma arrulladora y montañera,
significas en mi primavera pasada
todo lo que hay en la divina Primavera.

Rubén Dario

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domingo, 2 de agosto de 2015

Miguel Hernandez: Llegó con tres Heridas


Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Miguel Hernandez

sábado, 1 de agosto de 2015

Aunque te vallas

Aunque te vallas al fin del mundo 
siempre te querré
por que la distancia solo aleja 
a quien no sabe querer

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