martes, 18 de noviembre de 2014

Sevillanas Rocieras

Solano de las marismas, tu que alisas las arenas
Tu que alisas las arenas
Solano de las marismas, tu que alisas las arenas
Y vas dejando La Raya salobre, desierta y seca
Salobre, desierta y seca
Dile a los vientos vecinos que no hay camino de vuelta
Dile a los vientos vecinos que no hay camino de vuelta
"To" el que ha visto alguna vez
"To" el que ha visto alguna vez
A la Virgen desde cerca
No puede volverse atrás, aunque los tiempos se vuelvan
Cantaban a la Virgen, poemas
Poemas
Cantaban a la Virgen, poemas
Cantaban a la Virgen, poemas
Poemas Los juncos de la orilla del Quema
Los juncos de la orilla del Quema
Tiempo detente
Que es tan grande el consuelo que mi alma siente
Que duren mis anhelos eternamente 
Inmensidades verdes, los pinos
Los pinos
Inmensidades verdes, los pinos
Inmensidades verdes, los pinos
Los pinos
Y quebrando el silencio, los trinos
Y quebrando el silencio, los trinos
Tiempo detente
Que es tan grande el consuelo que mi alma siente
Que duren mis anhelos eternamente
Yo conocí un camino, hace mucho tiempo ya
Hace mucho tiempo ya
Yo conocí un camino, hace mucho tiempo ya
Sin límite ni frontera, sin espuela "plateá"
Sin espuela "plateá"
Con un puente de madera, final de tu caminar
¡Ay! puente del Ajolí, cómo crujía al pasar
¡Ay! si volviera
Ese tiempo que se fue, y esa gente tan sincera
Que me enseñaron a ser rociero hasta que muera

Antonio Gala Velasco

SEVILLANAS
(Antonio Gala Velasco )

[Más
Aceituna en invierno,
trigo en verano.
No te tardes bien mío,
que yo te llamo.

Que yo te llamo, niña,
que yo te imploro.
Y rebosan las ramblas
con lo que lloro.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, que tormento,
que me duela hasta el aire
si no te siento.

Azahares en marzo,
limón lunero,
quién pudiera decirte
cuanto te quiero.

Tanto te quiero, niña,
tanto te amo,
que en cuanto el mar sea mío
te lo regalo.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, qué tormento,
que me duela hasta el aire
si no te siento.

Olivo en la campiña,
pino en la sierra.
Negritos son los ojos
que a mí me queman.

Que a mí me queman, niña,
que a mí me matan,
y la flor de mi almendro
la desbaratan.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, qué tormento,
que me duela hasta el aire
si no te siento.

Arroz en la marisma,
pita en la arena.
Mi corazón amante
muerto de pena.

Muerto de pena, niña,
muerto de duelo,
deshojando la rosa
del desconsuelo.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, qué tormento,
que me duele hasta el aire
si no te siento.

Antonio Gala Velasco

SEVILLANAS
(Antonio Gala Velasco )

[
Aceituna en invierno,
trigo en verano.
No te tardes bien mío,
que yo te llamo.

Que yo te llamo, niña,
que yo te imploro.
Y rebosan las ramblas
con lo que lloro.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, que tormento,
que me duela hasta el aire
si no te siento.

Azahares en marzo,
limón lunero,
quién pudiera decirte
cuanto te quiero.

Tanto te quiero, niña,
tanto te amo,
que en cuanto el mar sea mío
te lo regalo.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, qué tormento,
que me duela hasta el aire
si no te siento.

Olivo en la campiña,
pino en la sierra.
Negritos son los ojos
que a mí me queman.

Que a mí me queman, niña,
que a mí me matan,
y la flor de mi almendro
la desbaratan.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, qué tormento,
que me duela hasta el aire
si no te siento.

Arroz en la marisma,
pita en la arena.
Mi corazón amante
muerto de pena.

Muerto de pena, niña,
muerto de duelo,
deshojando la rosa
del desconsuelo.

Cuando suspiro,
hasta el aire me amarga
si no te miro.

Ay, qué tormento,
que me duele hasta el aire
si no te siento.


http://www.manosalarte.com/poesiascortas.htm

Romance de la pena negra

Poemas de Federico Garcia Lorca





Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota,
en las tierras de aceituna, 
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
 mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
*
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!