La soledad nocturna caminaba con osadía,
mientras la fuerza del viento se desataba,
estremeciendo al corazón que cautivaba,
con sus violentos arrebatos que lo envolvían,
despertando un sentimiento, un céfiro
seductor como los deseos cautelosos
de amar, reflejar sus ojos tempestuosos
en un enigmático espejo, hechizos que lo perdían.
Claudia Mercatante