lunes, 9 de junio de 2014

¡VIDA!

        
A ti vengo en mis horas de sed como a una fuente
Límpida, fresca, mansa, colosal...
Y las punzantes sierpes de fuego mueren siempre
En la corriente blanda y poderosa.

Vengo a ti en mi cansancio, como al umbroso bosque
En cuyos terciopelos profundos la Fatiga
Se aduerme dulcemente, con música de brisas,
De pájaros y aguas...
Y del umbroso bosque salgo siempre radiante
Y despierta como un amanecer.

Vengo a ti en mis heridas, como al vaso de bálsamos
En que el Dolor se embriaga hasta morir de olvido...
Y llevo
Selladas mis heridas como las bocas muertas,
Y por tus buenas manos vendadas de delicias.

Cuando el frío me ciñe doloroso sudario,
Lívida vengo a ti,
Como al rincón dorado del hogar,
Como al Hogar universal del Sol!...
Y vuelvo toda en rosas como una primavera,
Arropada en tu fuego.

A ti vengo en mi orgullo,
Como a la torre dúctil,
Como a la torre única
Que me izará sobre las cosas todas!
Sobre la cumbre misma,
Arriscada y creciente,
De mi eterno Capricho!

Para mi vida hambrienta,
Eres la presa única,
Eres la presa eterna!
El olor de tu sangre,
El color de tu sangre
Florecen en los picos ávidos de mis águilas.

Vengo a ti en mi deseo,
Como en mil devorantes abismos, toda abierta
El alma incontenible...
Y me lo ofreces todo!...
Los mares misteriosos florecidos en mundos,
Los cielos misteriosos florecidos en astros,
Los astros y los mundos!
...Y las constelaciones de espíritus suspensas
Entre mundos y astros...
...Y los sueños que viven más allá de los astros,
Más acá de los mundos...

Cómo dejarte —¡Vida!—
Como salir del dulce corazón
Hospitalario y pródigo,
Como una patria fértil?...
Si para mí la tierra,
Si para mí el espacio,
¡Todos! son los que abarca
El horizonte puro de tus brazos!...
Si para mí tu más allá es la Muerte,
Sencillamente, prodigiosamente!...


Delmira Agustini

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