miércoles, 10 de septiembre de 2014

No fué ni el amarillo, ni el azul

Javier Baldessari

No fue ni el amarillo
descendiendo en silencio,
sobre esos rostros perfumados de noche,
ni un azul decadente de neón
de cartelerías indescifrables a la distancia;
tampoco ese propio color
que trae el fresco,
gris o plata
penetrando entre las mesas,
dándonos un maquillaje
de tenue melancolía,
de sensación de lo venidero,
de lo que vendría y lo sentía
carraspear con el viento
poblando mis  manos
de probable escritura,
de inminente palabra
ni mucho menos fue el color opaco
o el sonido con color y opaco
de esas horas
fue el rojo,
fue sólo eso fue: el rojo
tonalidad de una prenda que enarbolabas
que encendía la noche y la invocaba
como si el invierno fuese
una palabra inútil, que con frío
pasase inmutable
mientras encendías un cigarrillo
y fumabas ajena
en aquellos días tuyos



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