Vuelve el recuerdo que creí perdido
en los escombros que atesora el día;
cizaña fue de una estación tardía,
oveja del redil que no se ha ido.
Vuelve tu nombre como el ave al nido,
igual que al puerto el barco que se hundía;
arde en la brasa que en rescoldo había,
navega en la memoria del oido.
¡Oh sangre de mis venas! ¿Qué maldigo
de esa hora,¡por Dios!, si fue uno mismo
el amén que los labios prometieron?
¿De qué sirve llorar un cataclismo,
o encontrarnos en ojos que nos vieron?
¿Qué somos los que un día fuimos?, digo
Antonio Leal
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