Para Maggie en una tarde de ventarrón de Miami
Desflorada por la tormenta
entregada a un viento
de rafaguillas verdes
y súbitos berridos
planea una paloma
y yo sin ser sonámbulo
floto en medio
de azulinas ondas
que destilan cloro
pedaleando
timoneando
mi ahogada bicicleta
a la deriva
en la inerme marea
del desencanto
mi voz sellada
en espera
de lo inevitable.
Me invade la tibieza
las venas se me encienden
las aves regresan al nido
las lagartijas huyen
y tú también
corres hacia el ocaso
que igual a la alborada
a los dos escatima
una respuesta.
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jueves, 31 de diciembre de 2015
martes, 29 de diciembre de 2015
Samuel beckett Por ahí
Por ahí
por ahí
un grito lejano
para alguien
tan pequeño
bellos narcisos
luego marzo
luego ahí
luego ahí
entonces desde ahí
narcisos
otra vez
luego marzo
otra vez
para alguien
tan pequeño
Escrito en 1976
Versión de Jenaro Talens
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lunes, 28 de diciembre de 2015
Federico Garcia Lorca Granada
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.
Las que van delante, garzas
la que va detrás, paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la umbría
el surtidor y la rosa?
¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores redondas?
Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus bueyes
y el Dauro a sus mariposas.
La noche viene cargada
con sus colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.
¿Quién serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
domingo, 27 de diciembre de 2015
Ramón de Campoamor Inspiración nocturna
Inspiración nocturna
Por el éter resbala melancólica
la luna, y en mi frente se refleja;
a su brillo argentado se asemeja
el color de mi faz.
De la brisa nocturna el ala rápida
sutil bate mi rubia cabellera,
como las hojas de gentil palmera,
balancea fugaz.
Oscuridad, silencio, aspecto tétrico
muestra la noche tácita al ser mío,
sólo me afecta de un lejano río
el parlero rumor;
Que, llevado en las alas de aire trémulo,
se parece, en su plácido murmullo,
al compasado y pavoroso arrullo
del eterno sopor.
Cual volubles vapores, sombras fáciles
antepuestos al sol ocasionaran,
e invisibles, aéreos, se espaciaran
entre la claridad;
Así veo cruzar seres fantásticos
de la luna a los pálidos reflejos,
y vagando se pierden allá lejos
entre la oscuridad.
De vibrátil campana al son profético
exánime ha zumbado en mis oídos
y débiles temblaron mis sentidos
a su fúnebre son.
¡Y pocos mostrarán sus ojos húmedos
a ese sonido que en el viento espira
pues su divina voz no les inspira
Santa meditación!
Todos duermen, menos yo,
todo en el mundo reposa,
la campana enmudeció
el aura sobre la rosa
tranquila se adormeció.
Sordo el río susurrando
me acompaña solamente,
y con su murmullo blando
me hace acordar inocente
que el tiempo se va pasando.
Pero vano mi pensar
se pierde allá con su ruido
los dos iremos a dar
yo al seno del eterno olvido
y él al seno de la mar.
Pues, con sonoros despeños,
va rodando su cristal
por entre prados risueños,
cual la vida del mortal
que se desliza entre sueños.
Están plácidos olores
el viento aromatizando,
los condensados vapores
se posan, perlas formando,
en el cáliz de las flores.
El claro río que abruma,
con sus aguas transparentes,
la yerba que le perfuma,
la matiza con bullentes
globos de nevada espuma.
Y como ancho se dilata,
todo el estrellado coro
en su cristal se retrata...
parecen lágrimas de oro
embutidas sobre plata.
Mas ya la aurora cercana
asoma su frente hermosa
entre celajes de grana,
y traza sendas de rosa
del sol a la luz temprana.
Despiértase el aura leve
al brillar sus lumbres rojas,
y a su movimiento breve
tiemblan las húmedas hojas
del árbol que ondeante mueve.
La flor su botón rompió,
y al sol que nuevo amanece
y que la vivificó,
en holocausto le ofrece
las perlas que recogió.
Todo vuelve a florecer,
todo al ver el sol se aviva,
mas la noche ha de volver...
y en aquesta alternativa
todo camina al no ser.
http://www.pedrovidal.com
Por el éter resbala melancólica
la luna, y en mi frente se refleja;
a su brillo argentado se asemeja
el color de mi faz.
De la brisa nocturna el ala rápida
sutil bate mi rubia cabellera,
como las hojas de gentil palmera,
balancea fugaz.
Oscuridad, silencio, aspecto tétrico
muestra la noche tácita al ser mío,
sólo me afecta de un lejano río
el parlero rumor;
Que, llevado en las alas de aire trémulo,
se parece, en su plácido murmullo,
al compasado y pavoroso arrullo
del eterno sopor.
Cual volubles vapores, sombras fáciles
antepuestos al sol ocasionaran,
e invisibles, aéreos, se espaciaran
entre la claridad;
Así veo cruzar seres fantásticos
de la luna a los pálidos reflejos,
y vagando se pierden allá lejos
entre la oscuridad.
De vibrátil campana al son profético
exánime ha zumbado en mis oídos
y débiles temblaron mis sentidos
a su fúnebre son.
¡Y pocos mostrarán sus ojos húmedos
a ese sonido que en el viento espira
pues su divina voz no les inspira
Santa meditación!
Todos duermen, menos yo,
todo en el mundo reposa,
la campana enmudeció
el aura sobre la rosa
tranquila se adormeció.
Sordo el río susurrando
me acompaña solamente,
y con su murmullo blando
me hace acordar inocente
que el tiempo se va pasando.
Pero vano mi pensar
se pierde allá con su ruido
los dos iremos a dar
yo al seno del eterno olvido
y él al seno de la mar.
Pues, con sonoros despeños,
va rodando su cristal
por entre prados risueños,
cual la vida del mortal
que se desliza entre sueños.
Están plácidos olores
el viento aromatizando,
los condensados vapores
se posan, perlas formando,
en el cáliz de las flores.
El claro río que abruma,
con sus aguas transparentes,
la yerba que le perfuma,
la matiza con bullentes
globos de nevada espuma.
Y como ancho se dilata,
todo el estrellado coro
en su cristal se retrata...
parecen lágrimas de oro
embutidas sobre plata.
Mas ya la aurora cercana
asoma su frente hermosa
entre celajes de grana,
y traza sendas de rosa
del sol a la luz temprana.
Despiértase el aura leve
al brillar sus lumbres rojas,
y a su movimiento breve
tiemblan las húmedas hojas
del árbol que ondeante mueve.
La flor su botón rompió,
y al sol que nuevo amanece
y que la vivificó,
en holocausto le ofrece
las perlas que recogió.
Todo vuelve a florecer,
todo al ver el sol se aviva,
mas la noche ha de volver...
y en aquesta alternativa
todo camina al no ser.
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sábado, 26 de diciembre de 2015
Deseo de Adonis
Deseo
Si me abriera sus brazos
un cedro,
entre las arboledas de honduras y de años.
Si me guardara
de las perlas y velas tentadoras.
un cedro,
entre las arboledas de honduras y de años.
Si me guardara
de las perlas y velas tentadoras.
Si yo tuviera sus raíces,
y se anclara mi rostro tras su triste corteza.
y se anclara mi rostro tras su triste corteza.
Me haría entonces nubarrones y rayos
en lontananza,
este país de confianza.
en lontananza,
este país de confianza.
Mas todo ramo en las arboledas
de honduras y de años, viviendo yo,
es fuego sobre mi frente,
fuego de fiebre, de perdición,
que devora la tierra que me guarda.
de honduras y de años, viviendo yo,
es fuego sobre mi frente,
fuego de fiebre, de perdición,
que devora la tierra que me guarda.
De "Canciones de Mihyar el de Damasco" 1961
Versión de Pedro Martínez Montávez
Versión de Pedro Martínez Montávez
viernes, 25 de diciembre de 2015
Aire y ángeles de John Donne
Dos o tres veces te habré amado
Antes de conocer tu rostro o tu nombre;
Así en una voz, así en una llama informe
A menudo nos afectan los ángeles, y los adoramos;
Y aún así, cuando adonde estabas me acerqué,
Vi una espléndida y gloriosa nada.
Mas, puesto que mi alma, cuyo niño es el amor,
Precisa miembros de carne y hueso
O nada haría si ellos,
Más sutil que el padre el amor no ha de ser,
Sino también ha de encarnar un cuerpo;
Por consiguiente, invoco quién y lo que eras,
Y al amor insto, y en este mismo instante,
A que se aloje en tu cuerpo, y consienta
Que en tu labio, ojo y ceja se instale.
(...)
En tal caso, como un ángel, con rostro y alas
De aire, no tan puro éste, pero que puramente lleva,
De este modo pueda tu amor ser mi angélica esfera.
Justamente igual desemejanza
Como impera entre la pureza de los ángeles y la del aire,
Como siempre existirá entre el amor
Del hombre y de la mujer.
Antes de conocer tu rostro o tu nombre;
Así en una voz, así en una llama informe
A menudo nos afectan los ángeles, y los adoramos;
Y aún así, cuando adonde estabas me acerqué,
Vi una espléndida y gloriosa nada.
Mas, puesto que mi alma, cuyo niño es el amor,
Precisa miembros de carne y hueso
O nada haría si ellos,
Más sutil que el padre el amor no ha de ser,
Sino también ha de encarnar un cuerpo;
Por consiguiente, invoco quién y lo que eras,
Y al amor insto, y en este mismo instante,
A que se aloje en tu cuerpo, y consienta
Que en tu labio, ojo y ceja se instale.
(...)
En tal caso, como un ángel, con rostro y alas
De aire, no tan puro éste, pero que puramente lleva,
De este modo pueda tu amor ser mi angélica esfera.
Justamente igual desemejanza
Como impera entre la pureza de los ángeles y la del aire,
Como siempre existirá entre el amor
Del hombre y de la mujer.
jueves, 24 de diciembre de 2015
Ana Isabel Illueca Si yo fuera hombre
Si Yo Fuera Hombre, por
Si yo fuera hombre, sería aventurero
sediento de mundo, ansioso de amor;
me hartaría de mares, de tierra y de cielo
y entre mil placeres ahogaría el dolor.
sediento de mundo, ansioso de amor;
me hartaría de mares, de tierra y de cielo
y entre mil placeres ahogaría el dolor.
Si yo fuera hombre nunca tendría vallas...
Nadie me diría:"No puedes pasar"...
Saltando los fosos, borrando las rayas
seguiría adelante sin jamás cesar.
Nadie me diría:"No puedes pasar"...
Saltando los fosos, borrando las rayas
seguiría adelante sin jamás cesar.
Si yo fuera hombre, la fuerza que traba
esta rebeldía que tengo en mi ser,
sería cual seda, de sutil y vaga,
que mi recia mano podría deshacer.
esta rebeldía que tengo en mi ser,
sería cual seda, de sutil y vaga,
que mi recia mano podría deshacer.
Yo envidio tu cuerpo fuerte y resistente...
tu caja toráxica ancha y varonil...
tu brazo de atleta...tu mano potente
que estrecha la mía, sincera y gentil.
tu caja toráxica ancha y varonil...
tu brazo de atleta...tu mano potente
que estrecha la mía, sincera y gentil.
Te miro...te miro...Mis ojos se alargan
de ansias de ser hombre como lo eres tú...
Tener la grandiosa cualidad del agua
del mar, que revienta con furia la barra
y arrulla la arena con su blanco tul.
de ansias de ser hombre como lo eres tú...
Tener la grandiosa cualidad del agua
del mar, que revienta con furia la barra
y arrulla la arena con su blanco tul.
Si yo fuera hombre, yo me haría tu hermano,
partiría contigo sueño y realidad...
viviría la vida sin este desgano
y esta sed de muerte y de eternidad.
partiría contigo sueño y realidad...
viviría la vida sin este desgano
y esta sed de muerte y de eternidad.
martes, 22 de diciembre de 2015
Ansiedad de Marilena Rébola
ANSIEDAD
Ansia de estar un día en un puente de mando,
recibir en el rostro el castigo del viento;
sin ninguna arribada, por siempre navegando,
sin dudas ni temores, cansancio o desaliento.
recibir en el rostro el castigo del viento;
sin ninguna arribada, por siempre navegando,
sin dudas ni temores, cansancio o desaliento.
Y no saber siquiera, en qué forma ni cuándo,
ha de concluir el viaje -en milagro de cuento-;
ni cuándo retornar a éste mi lecho blando,
ni a la antigua ventana, ni al dorado aposento.
ha de concluir el viaje -en milagro de cuento-;
ni cuándo retornar a éste mi lecho blando,
ni a la antigua ventana, ni al dorado aposento.
Acres de sal los labios, ruda racha en la frente,
perdido el horizonte, sin destino la nave,
sin nada que la guíe, sin nadie que la oriente,
perdido el horizonte, sin destino la nave,
sin nada que la guíe, sin nadie que la oriente,
mecida por las olas, columpiada en la cresta,
apenas sobre el mástil las alas de algún ave;
sólo el rumor del mar, y Dios como respuesta.
apenas sobre el mástil las alas de algún ave;
sólo el rumor del mar, y Dios como respuesta.
Fort Tejón de Feliciano Mejía
FORT TEJÓN
Llueve una lluvia de polvo
en las peladas colinas del Fuerte Tejón,
en las estriadas colinas amarillas:
mugen lo automóviles bajo un sol palillo
como llorando
como llorando la muerte
la muerte de Sabine Dee,
de Sabine, la de las tetas de melocotón.
Llueve y un árbol solitario se recorta
en la misma cima del monte pelado,
luchando contra el viento
contra el viento mojado
contra el viento y las vibraciones
de las torres eléctricas que van
hacia Canyon Bay.
Llueve, y ya no existen más
los huecos esqueletos de la pradera.
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Llueve una lluvia de polvo
en las peladas colinas del Fuerte Tejón,
en las estriadas colinas amarillas:
mugen lo automóviles bajo un sol palillo
como llorando
como llorando la muerte
la muerte de Sabine Dee,
de Sabine, la de las tetas de melocotón.
Llueve y un árbol solitario se recorta
en la misma cima del monte pelado,
luchando contra el viento
contra el viento mojado
contra el viento y las vibraciones
de las torres eléctricas que van
hacia Canyon Bay.
Llueve, y ya no existen más
los huecos esqueletos de la pradera.
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domingo, 20 de diciembre de 2015
LA CASA NEGRA de Vicente Luis Mora
Llegué de noche a esta casa extraña
desalojé el color para asentarme
me horrorizaron sus paredes blancas
tras diluir mi esencia bajé al sótano
allí encontré enterradas mis raíces
hacían de cimientos de la casa
ya era parte de ella sin saberlo
quise hacerla a mi imagen y medida
tomé mi esencia que dormía en cubos
y fui tapando su horroroso albor
y me salvó la mano que escribía
la pluma hisopo sustanciando el llanto
desalojé el color para asentarme
me horrorizaron sus paredes blancas
tras diluir mi esencia bajé al sótano
allí encontré enterradas mis raíces
hacían de cimientos de la casa
ya era parte de ella sin saberlo
quise hacerla a mi imagen y medida
tomé mi esencia que dormía en cubos
y fui tapando su horroroso albor
y me salvó la mano que escribía
la pluma hisopo sustanciando el llanto
ahora hasta las tejas son oscuras
soy un tintero triste y solitario
las nubes no se acercan sin mancharse
mi cuerpo es un sinfín de líneas negras
el negativo exacto de la página
en esta casa ya no vive nadie
sábado, 19 de diciembre de 2015
Walt Whitman
Creo que una brizna de hierba
(Fragmento de Hojas de Hierba)
(Fragmento de Hojas de Hierba)
Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
Y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena
Y que el escorzo es una obra de arte para los gustos más exigentes
Y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en ti, alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante ti,
Ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, borra el freno de tu garganta.
Y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena
Y que el escorzo es una obra de arte para los gustos más exigentes
Y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en ti, alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante ti,
Ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, borra el freno de tu garganta.
viernes, 18 de diciembre de 2015
Americana de Jose Gautier Benitez
Vente, niña, a mi bohío
vente, niña, a mi conuco
ven, que ya está mi cayuco
junto a la orilla del río.
vente, niña, a mi conuco
ven, que ya está mi cayuco
junto a la orilla del río.
Abandona las murallas
de los campos por la alfombra
y ven a gozar la sombra
de un bosque de pitahayas.
de los campos por la alfombra
y ven a gozar la sombra
de un bosque de pitahayas.
Y verás cuán placentero
bajo mi techo de yagua
es oír sonar el agua
del tropical aguacero.
bajo mi techo de yagua
es oír sonar el agua
del tropical aguacero.
Quiero verte en mi batey
más esbelta y seductora
que la espiga cimbradora
que se eleva del maguey.
más esbelta y seductora
que la espiga cimbradora
que se eleva del maguey.
Mas pronto, pronto, mi bien
si no quieres que mi vida
mustia, triste y abatida
cobije el guariquitén.
si no quieres que mi vida
mustia, triste y abatida
cobije el guariquitén.
Son más rosados tus labios
que la fruta del cijao
y es más dulce que melao
tu sonrisa a mis agravios.
que la fruta del cijao
y es más dulce que melao
tu sonrisa a mis agravios.
Es tu cariño mi ley
tu desdén es mi verdugo
más mortífero que el jugo
que destila el marunguey.
tu desdén es mi verdugo
más mortífero que el jugo
que destila el marunguey.
Cuán diferente, bien mío
corre al par nuestra existencia
tú en tranquila complacencia
yo en inquieto desvarío.
corre al par nuestra existencia
tú en tranquila complacencia
yo en inquieto desvarío.
Tú eres la rosa galana
que de púrpura se viste
y yo soy la palma triste
que vegeta en la sabana.
que de púrpura se viste
y yo soy la palma triste
que vegeta en la sabana.
Tú eres la calandria leda
que trina dulce, amorosa
y yo un ave misteriosa
quejándose en la arboleda.
que trina dulce, amorosa
y yo un ave misteriosa
quejándose en la arboleda.
¡Ay!, mi vida tiene brumas
que ocultan mis peregrinas
visiones, cual las neblinas
en el monte los yagrumos.
que ocultan mis peregrinas
visiones, cual las neblinas
en el monte los yagrumos.
Y el llanto de mi tristeza
ya corre cansadamente
como asoma lentamente
la resina en la corteza.
ya corre cansadamente
como asoma lentamente
la resina en la corteza.
Pero en cambio a mi dolor
a mi pena y mi agonía
tengo un cielo, vida mía
que es el cielo de tu amor.
a mi pena y mi agonía
tengo un cielo, vida mía
que es el cielo de tu amor.
Reflexiona, por piedad,
las palabras que te digo
y ven a partir conmigo
mi conuco y mi heredad.
las palabras que te digo
y ven a partir conmigo
mi conuco y mi heredad.
jueves, 17 de diciembre de 2015
Frases de Henry Miller
Las frases de Henry Miller
Si dios no es amor, no vale la pena que exista.
Frases de Dios
Todos los días matamos nuestras mejores pasiones.
Frases de Pasiones
Cada guerra es una destrucción del espíritu humano.
Frases de Destrucción
El arte no enseña nada más que el significado de la vida.
Frases de Arte
Uno debe ir siempre hacia el lugar donde no está señalado.
Frases de Lugar
Cada momento es de oro para los que lo saben ver como tal.
Frases de Oro
Para enloquecer debes tener una tremenda acumulación de cordura.
Frases de Cordura
La música es un maravilloso opio sino te la tomas demasiado en serio.
Frases de Opio
La mayor parte de la escritura se hace lejos de la máquina de escribir.
Frases de Máquina de escribir
No hace falta escribir sobre china, escribe sobre lo que llevas dentro.
Frases de China
No tengo dinero, ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo.
Frases de Feliz
Ningún hombre pondría palabra por escrito si tuviera el valor de vivir lo que cree.
Frases de Escrito
miércoles, 16 de diciembre de 2015
Charles Bukowski
CharlesBukowski
A solas con todo el mundo
La carne cubre el hueso
Y dentro le ponen
Un cerebro y
A veces un alma,
Y las mujeres arrojan
Jarrones contra las paredes,
Y los hombres beben demasiado
Y nadie encuentra al otro,
Pero siguen buscando
De cama en cama.
La carne cubre el hueso
Y dentro le ponen
Un cerebro y
A veces un alma,
Y las mujeres arrojan
Jarrones contra las paredes,
Y los hombres beben demasiado
Y nadie encuentra al otro,
Pero siguen buscando
De cama en cama.
La carne cubre el hueso
Y la carne busca algo más de carne.
No hay ninguna posibilidad:
Estamos todos atrapados
Por un destino singular.
Nadie encuentra jamás al otro.
Y la carne busca algo más de carne.
No hay ninguna posibilidad:
Estamos todos atrapados
Por un destino singular.
Nadie encuentra jamás al otro.
Los tugurios se llenan
Los vertederos se llenan
Los manicomios se llenan
Los hospitales se llenan
Las tumbas se llenan
Nada más se llena.
Los vertederos se llenan
Los manicomios se llenan
Los hospitales se llenan
Las tumbas se llenan
Nada más se llena.
martes, 15 de diciembre de 2015
El cuerpo de Greta de Mercedes Acosta
Mercedes Acosta
El cuerpo de Greta Garbo es esbelto
Si el viento la ataca se arquea en una curva casi musical
Como la arena
El cuerpo de Greta Garbo es astuto
Si las olas la mojan
Alza la nariz
Y cierra los ojos
El cuerpo de Greta Garbo es blanco
Es un cuerpo
Que entiende
Y que sonríe suavemente
Y sus pechos crecen
Se hinchan
enigmáticos & nutritivos
y se erizan
Esas dos flores de su alma se levantan
Y maduran
Y encajan en mi boca a la perfección
Y yo sólo sé que más abajo
En un valle donde sin oxigeno la vida prolifera
Está todo lo que siempre hemos buscado
Nuestro sitio
El lugar donde estoy lista a ocultar mi rostro enamorado
El lugar donde mis besos atacan como abejas
lunes, 14 de diciembre de 2015
Fray Luis de Leon
| ||
Ahora con la aurora se levanta mi luz, ahora coge en rico nudo el hermoso cabello, ahora el crudo pecho ciñe con oro, y la garganta. Ahora vuelta al cielo pura y santa las manos y ojos bellos alza, y pudo dolerse ahora de mi mal agudo; ahora incomparable tañe y canta. Así digo, y del dulce error llevado, presente ante mis ojos la imagino, y lleno de humildad y amor la adoro. Mas luego vuelve en sí el engañado ánimo, y conociendo el desatino, la rienda suelta largamente al lloro. http://www.manosalarte.com/frayluisdeleon.html |
domingo, 13 de diciembre de 2015
POEMA DE ABRAHAM VALDELOMAR
POEMA DE ABRAHAM VALDELOMAR
EL HERMANO AUSENTE EN LA CENA PASCUAL
Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
Mi madre tiende a veces su mirada de miel
Y se musita el nombre del ausente;
Pero él hoy no vendrá asentarse en la mesa pascual.
http://www.manosalarte.com/poesiasdePeru.html
EL HERMANO AUSENTE EN LA CENA PASCUAL
Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
Mi madre tiende a veces su mirada de miel
Y se musita el nombre del ausente;
Pero él hoy no vendrá asentarse en la mesa pascual.
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sábado, 12 de diciembre de 2015
Pobre barquilla mía, Lope de Vega
POBRE BARQUILLA MÍA
¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvela,
y entre las olas sola!
¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.
Como las altas naves,
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.
Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeña en la defensas,
incitas a las ondas.
Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.
Cuando por las riberas
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las ira procelosas.
Segura navegabas,
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.
Verdad es que en la patria
no es la virtud dichosa,
ni se estima la perla
hasta dejar la concha.
Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.
No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.
Para los altos mares
no llevas, cautelosa,
ni velas de mentiras,
ni remos de lisonjas.
¿Quién te engañó, barquilla?
Vuelve, vuelve la proa:
que presumir de nave
fortunas ocasiona.
¿Qué jarcias te entretejen?
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?
¿ en qué gavia descubres,
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?
¿En qué celajes fundas
que es bien echar la sonda,
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?
Si te sepulta arena,
¿qué sirve fama heroica?
Que nunca desdichados
sus pensamientos logran.
¿Qué importa que te ciñan
ramas verde o rojas,
que en selvas de corales
salados césped brota?
Laureles de la orilla
solamente coronan
navíos de alto bordo
que jarcias de oro adornan.
No quieras que yo sea,
por tu soberbia pompa,
Faetonte de barqueros
que los laureles lloran.
Pasaron ya los tiempos
cuando, lamiendo rosas,
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.
Ya fieros huracanes
tan arrogantes soplan
que, salpicando estrellas,
del sol la frente mojan.
Ya los valientes rayos
de la vulcana forja,
en vez de torres altas,
abrasan pobres chozas.
Contenta con tus redes,
a la playa arenosa
mojado me sacabas;
pero vivo,¿qué importa?
Cuando de rojo nácar
se afeitaba la aurora,
más peces te llenaban
que ella lloraba aljófar.
Al bello sol que adoro
enjuta ya la ropa,
nos daba una cabaña
la cama de sus hojas.
Esposo me llamaba,
yo la llamaba esposa,
parándose de envidia
la celestial antorcha.
Sin pleito, sin disgusto,
la muerte nos divorcia;
¡ay de la pobre barca
que en lágrima se ahoga!
Quedad sobre la arena,
inútiles escotas,
que no ha menester velas
quien a su bien torna.
Si con eternas plantas
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas.
Merezca que le pidas
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve,
más pura y más hermosa.
Mi honesto amor te obligue,
que no es digna victoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.
Mas, ¡ay!, que no me escuchas.
pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.
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¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvela,
y entre las olas sola!
¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.
Como las altas naves,
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.
Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeña en la defensas,
incitas a las ondas.
Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.
Cuando por las riberas
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las ira procelosas.
Segura navegabas,
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.
Verdad es que en la patria
no es la virtud dichosa,
ni se estima la perla
hasta dejar la concha.
Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.
No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.
Para los altos mares
no llevas, cautelosa,
ni velas de mentiras,
ni remos de lisonjas.
¿Quién te engañó, barquilla?
Vuelve, vuelve la proa:
que presumir de nave
fortunas ocasiona.
¿Qué jarcias te entretejen?
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?
¿ en qué gavia descubres,
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?
¿En qué celajes fundas
que es bien echar la sonda,
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?
Si te sepulta arena,
¿qué sirve fama heroica?
Que nunca desdichados
sus pensamientos logran.
¿Qué importa que te ciñan
ramas verde o rojas,
que en selvas de corales
salados césped brota?
Laureles de la orilla
solamente coronan
navíos de alto bordo
que jarcias de oro adornan.
No quieras que yo sea,
por tu soberbia pompa,
Faetonte de barqueros
que los laureles lloran.
Pasaron ya los tiempos
cuando, lamiendo rosas,
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.
Ya fieros huracanes
tan arrogantes soplan
que, salpicando estrellas,
del sol la frente mojan.
Ya los valientes rayos
de la vulcana forja,
en vez de torres altas,
abrasan pobres chozas.
Contenta con tus redes,
a la playa arenosa
mojado me sacabas;
pero vivo,¿qué importa?
Cuando de rojo nácar
se afeitaba la aurora,
más peces te llenaban
que ella lloraba aljófar.
Al bello sol que adoro
enjuta ya la ropa,
nos daba una cabaña
la cama de sus hojas.
Esposo me llamaba,
yo la llamaba esposa,
parándose de envidia
la celestial antorcha.
Sin pleito, sin disgusto,
la muerte nos divorcia;
¡ay de la pobre barca
que en lágrima se ahoga!
Quedad sobre la arena,
inútiles escotas,
que no ha menester velas
quien a su bien torna.
Si con eternas plantas
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas.
Merezca que le pidas
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve,
más pura y más hermosa.
Mi honesto amor te obligue,
que no es digna victoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.
Mas, ¡ay!, que no me escuchas.
pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.
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Tabule de Ferndo Riz Granados
TAUBE
Esta paloma no conoce diluvios
No sabe de Arcas
Ni de altares de piedra y holocaustos
Esta paloma ignora el naufragio de la luz
La imposibilidad de la palabra
Los signos escritos y borrados por el viento
Los pasos perdidos de la arena
Sabe de los raudales de claridad del día
De las espumosas ondas del mar
Que dicen su nombre
Cuando sopla el aire fresco
De la lluvia que vacía las populosas plazas
De los portales semioscuros de la tarde
Esta paloma como el mundo
Surge de la penumbra
Del albor de sus alas
Amanecen las blancas ciudades del día
Han pasado siglos
Y no ha faltado tierra
Donde descansar su vuelo
No sabe de Arcas
Ni de altares de piedra y holocaustos
Esta paloma ignora el naufragio de la luz
La imposibilidad de la palabra
Los signos escritos y borrados por el viento
Los pasos perdidos de la arena
Sabe de los raudales de claridad del día
De las espumosas ondas del mar
Que dicen su nombre
Cuando sopla el aire fresco
De la lluvia que vacía las populosas plazas
De los portales semioscuros de la tarde
Esta paloma como el mundo
Surge de la penumbra
Del albor de sus alas
Amanecen las blancas ciudades del día
Han pasado siglos
Y no ha faltado tierra
Donde descansar su vuelo
viernes, 11 de diciembre de 2015
Playera fr Justo Sierra
PLAYERA
Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas buscaré,
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie . . .
Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará
y mientras llega la noche oscura
cosas de amores le contará.
Cuando en levante despunte el día
verá las nubes blanco tul
- como los cisnes de la bahía -
rizar serenos el cielo azul.
Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras
y sueños de oro vendrán también.
Y si la luna sobre las olas
tiende de plata bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar,
mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos
lágrimas de oro sobre el zafir!
El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha nácar, nido de amor.
Ya la marea, niña, comienza,
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza
y tu albo cuello rojo coral.
La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie,
después, cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.
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Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas buscaré,
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie . . .
Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará
y mientras llega la noche oscura
cosas de amores le contará.
Cuando en levante despunte el día
verá las nubes blanco tul
- como los cisnes de la bahía -
rizar serenos el cielo azul.
Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras
y sueños de oro vendrán también.
Y si la luna sobre las olas
tiende de plata bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar,
mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos
lágrimas de oro sobre el zafir!
El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha nácar, nido de amor.
Ya la marea, niña, comienza,
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza
y tu albo cuello rojo coral.
La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie,
después, cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.
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jueves, 10 de diciembre de 2015
El sediento de Octavio Paz
El Sediento
Por buscarme, Poesía, en ti me busqué:
deshecha estrella de agua,
se anegó en mi ser.
Por buscarte, Poesía,
en mí naufragué.
Después sólo te buscaba
por huir de mí:
¡espesura de reflejos
en que me perdí!
Mas luego de tanta vuelta
otra vez me vi:
el mismo rostro anegado
en la misma desnudez;
las mismas aguas de espejo
en las que no he de beber;
y en el borde del espejo,
el mismo muerto de sed.
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Por buscarme, Poesía, en ti me busqué:
deshecha estrella de agua,
se anegó en mi ser.
Por buscarte, Poesía,
en mí naufragué.
Después sólo te buscaba
por huir de mí:
¡espesura de reflejos
en que me perdí!
Mas luego de tanta vuelta
otra vez me vi:
el mismo rostro anegado
en la misma desnudez;
las mismas aguas de espejo
en las que no he de beber;
y en el borde del espejo,
el mismo muerto de sed.
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martes, 8 de diciembre de 2015
El balcón moteado cala sobre miWalt Whitman
EL HALCON MOTEADO CALA SOBRE MI...
El halcón moteado cala sobre mí,
y me acusa lamentándosepor mi charla y mi pereza.
Yo también soy indomable,yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,resuena mi bárbaro graznido.
El último celaje del día,se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
Me insta engatusándome hacia la bruma,
y hacia la oscuridad.Me alejo como el aire,
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,para brotar en la hierba que amo...
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El halcón moteado cala sobre mí,
y me acusa lamentándosepor mi charla y mi pereza.
Yo también soy indomable,yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,resuena mi bárbaro graznido.
El último celaje del día,se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
Me insta engatusándome hacia la bruma,
y hacia la oscuridad.Me alejo como el aire,
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,para brotar en la hierba que amo...
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lunes, 7 de diciembre de 2015
Arcanos mayores de Aleyda Quevedo
ARCANOS MAYORES
Lavo mis penas
pero no alcanzo el vacío supremo
El agua del cielo
baña los animales de la tierra
Mas no te hallo en ese rio infinito
de amores flotante
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Lavo mis penas
pero no alcanzo el vacío supremo
El agua del cielo
baña los animales de la tierra
Mas no te hallo en ese rio infinito
de amores flotante
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domingo, 6 de diciembre de 2015
Todo el mar
Eres todo mar,
con beso de olas,
sonidos de caracolas,
movimientos del viento, que sopla.
Soy tu orilla, acantilado.bahía
tu roca, el delta.
para recibirte en mis brazos
con caricias que elevan.
Viviremos en simbiósis
besándonos, mar , orilla,
ribera, acantilado, bahía
hasta la eternidad.
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sábado, 5 de diciembre de 2015
Por creer de Josecito Bernui
Por Creer
El culpable fui yo, por creer
por sentir
por soñar
El culpable fui yo, por reír
por besar
por amar.
Por eso me trago hoy las lágrimas
escondiendo las penas en el baúl del alma
desconfiando.
El culpable fui yo,
amarga vida,
no tu.
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El culpable fui yo, por creer
por sentir
por soñar
El culpable fui yo, por reír
por besar
por amar.
Por eso me trago hoy las lágrimas
escondiendo las penas en el baúl del alma
desconfiando.
El culpable fui yo,
amarga vida,
no tu.
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viernes, 4 de diciembre de 2015
Coplas del Vino de Nicanor Parra
Nicanor Parra
Coplas del Vino
Nervioso, pero sin duelo
a toda la concurrencia
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.
Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.
¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?
El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.
El vino es todo, es el mar
las botas de veinte leguas
la alfombra mágica, el sol
el loro de siete lenguas.
Algunos toman por sed
otros por olvidar deudas
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.
El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo
cristiano de buena cepa.
El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda
pero es mejor en copihue
en fucsia o en azucena.
El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.
Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.
El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.
El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.
Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.
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Coplas del Vino
Nervioso, pero sin duelo
a toda la concurrencia
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.
Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.
¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?
El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.
El vino es todo, es el mar
las botas de veinte leguas
la alfombra mágica, el sol
el loro de siete lenguas.
Algunos toman por sed
otros por olvidar deudas
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.
El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo
cristiano de buena cepa.
El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda
pero es mejor en copihue
en fucsia o en azucena.
El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.
Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.
El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.
El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.
Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.
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jueves, 3 de diciembre de 2015
Elegía interrumpida de Manuel Acuña
Elegía Interrumpida
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y en el amanecer de párpados hinchados
el gesto con que deshacemos
el nudo corredizo, la corbata,
y ya apagan las luces en la calle
?saluda al sol, araña, no seas rencorosa?
y más muertos que vivos entramos en la cama.
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y en el amanecer de párpados hinchados
el gesto con que deshacemos
el nudo corredizo, la corbata,
y ya apagan las luces en la calle
?saluda al sol, araña, no seas rencorosa?
y más muertos que vivos entramos en la cama.
Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío.
el cielo está cerrado y el infierno vacío.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
EL CRISTO DE MI CABECERA DE Rubén C. Navarro
EL CRISTO DE MI CABECERA
Cuando estaba solo... solo en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña,
cuya cumbre, ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes... y tocar el cielo;
cuando sollozaba con el desconsuelo
de que mi Pastora - más que nunca huraña-
de mi Amor al grito nada respondía;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que me moriría
si su almita blanca para mí no fuera,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque me quisiera...!
¡porque me quisiera...!
....................................
Cuando nos unimos con eternos lazos
y la pobrecita me tendió sus brazos
y me dio sus besos y alentó mi Fe;
cuando en la capilla de la Virgen Pura
nos bendijo el Cura
y el encanto vino y el dolor se fue...;
cuando me decía,
loca de alegría,
que su vida toda para mí sería...
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque prolongara nuestra Primavera...!
...¡Porque prolongara nuestra Primavera...!
que construí a la vera de la audaz montaña,
cuya cumbre, ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes... y tocar el cielo;
cuando sollozaba con el desconsuelo
de que mi Pastora - más que nunca huraña-
de mi Amor al grito nada respondía;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que me moriría
si su almita blanca para mí no fuera,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque me quisiera...!
¡porque me quisiera...!
....................................
Cuando nos unimos con eternos lazos
y la pobrecita me tendió sus brazos
y me dio sus besos y alentó mi Fe;
cuando en la capilla de la Virgen Pura
nos bendijo el Cura
y el encanto vino y el dolor se fue...;
cuando me decía,
loca de alegría,
que su vida toda para mí sería...
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque prolongara nuestra Primavera...!
...¡Porque prolongara nuestra Primavera...!
Cuando sin amparo me dejó en la vida
y en el pobre lecho la miré tendida;
cuando até sus manos, que mostraban una
santa y apacible palidez de luna
y corté su hermosa cabellera bruna,
que en el fondo guardo de mi viejo arcón;
cuando, con el alma rota en mil pedazos,
delicadamente la tomé en mis brazos
para colocarla dentro del cajón;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que ya ¡nada! me consolaría,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque de mis duelos compasión tuviera...!
...¡porque de mis duelos compasión tuviera...!
Hoy que vivo solo... solo, en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña.
cuya cumbre ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes y besar el cielo;
hoy que por la fuerza del Dolor, vencido,
busco en mi silencio mi rincón de Olvido;
mustias ya las flores de mi Primavera;
triste la Esperanza y el Encanto ido;
rota la Quimera,
muerta la Ilusión...
...¡Ya no rezo al Cristo de mi cabecera...!
¡Ya no rezo al Cristo ... que jamás oyera
los desgarramientos de mi corazón...!
y en el pobre lecho la miré tendida;
cuando até sus manos, que mostraban una
santa y apacible palidez de luna
y corté su hermosa cabellera bruna,
que en el fondo guardo de mi viejo arcón;
cuando, con el alma rota en mil pedazos,
delicadamente la tomé en mis brazos
para colocarla dentro del cajón;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que ya ¡nada! me consolaría,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque de mis duelos compasión tuviera...!
...¡porque de mis duelos compasión tuviera...!
Hoy que vivo solo... solo, en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña.
cuya cumbre ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes y besar el cielo;
hoy que por la fuerza del Dolor, vencido,
busco en mi silencio mi rincón de Olvido;
mustias ya las flores de mi Primavera;
triste la Esperanza y el Encanto ido;
rota la Quimera,
muerta la Ilusión...
...¡Ya no rezo al Cristo de mi cabecera...!
¡Ya no rezo al Cristo ... que jamás oyera
los desgarramientos de mi corazón...!
martes, 1 de diciembre de 2015
TÚ PELO
Presume niño de pelo,
Con esa melena larga
Que vas a rozar el suelo
Tiempo vendrá no lo dudes
Y dalo niño por cierto
Que con los años tendrás
En tu cabeza tres pelos.
Hay calvas interesantes,
Las hay que son graciosas,
Otras están tan brillantes
Que se resbalan las moscas
No te creas que los calvos
Son menos inteligentes
Te lo digo así de pronto
Es que en su cabeza calva
No hay, ni un solo pelo de tonto.
Angelita Sevilla.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
El Indio echado Joaquín Pasos
EL INDIO ECHADO
Bien pueden decir que es tarde,
que pronto será de noche.
Que llamen a Pedro, y a Juan,
para encender las luces.
Que llamen también a mis hijos
y les muestren con ira mi modorra...
¡Mi bella modorra, y mis lindos hijos
que no he tenido tiempo de procrear todavía!
Pero pronto dirán que es tarde,
mas yo diré que pronto será de noche
y entonces procrearé un hijo, o dos.
Me siento sobre mi propio cuerpo;
inmóvil, a contemplar a mi sombra que hace gestos de pereza.
Llévenme sin tocarme bajo el árbol más inactivo
desde donde se divisa el molino que no gira,
el recodo de aguas estancadas,
el cementerio de los pájaros...
Que llamen a otros para que les cuenten cómo es esto.
Que llamen a mis hijos, a mis lindos hijos
a quien dejo, antes de morir, mi más cariñoso bostezo.
que pronto será de noche.
Que llamen a Pedro, y a Juan,
para encender las luces.
Que llamen también a mis hijos
y les muestren con ira mi modorra...
¡Mi bella modorra, y mis lindos hijos
que no he tenido tiempo de procrear todavía!
Pero pronto dirán que es tarde,
mas yo diré que pronto será de noche
y entonces procrearé un hijo, o dos.
Me siento sobre mi propio cuerpo;
inmóvil, a contemplar a mi sombra que hace gestos de pereza.
Llévenme sin tocarme bajo el árbol más inactivo
desde donde se divisa el molino que no gira,
el recodo de aguas estancadas,
el cementerio de los pájaros...
Que llamen a otros para que les cuenten cómo es esto.
Que llamen a mis hijos, a mis lindos hijos
a quien dejo, antes de morir, mi más cariñoso bostezo.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Arribo, por Ana Isabel Illueca
Ana Isabel Illueca
Arribo, por
Ana Isabel Illueca
Ana Isabel Illueca
Era un pequeño dios
terso y lozano.
¿Mi primer hijo?...
¿El último bebé
de un aguinaldo?...
Era un pequeño dios
que vino al mundo
para ser de su madre
el soberano.
terso y lozano.
¿Mi primer hijo?...
¿El último bebé
de un aguinaldo?...
Era un pequeño dios
que vino al mundo
para ser de su madre
el soberano.
domingo, 22 de noviembre de 2015
LA CANCION DEL CAMINO de José Sanchez Chocano
LA CANCION DEL CAMINO
Era un camino negro.
La noche estaba loca de relámpagos. Yo iba
en mi potro salvaje
por la montañosa andina.
Los chasquidos alegres de los cascos,
como masticaciones de monstruosas mandíbulas
destrozaban los vidrios invisibles
de las charcas dormidas.
Tres millones de insectos
formaban una como rabiosa inarmonía.
La noche estaba loca de relámpagos. Yo iba
en mi potro salvaje
por la montañosa andina.
Los chasquidos alegres de los cascos,
como masticaciones de monstruosas mandíbulas
destrozaban los vidrios invisibles
de las charcas dormidas.
Tres millones de insectos
formaban una como rabiosa inarmonía.
Súbito, allá, a lo lejos,
por entre aquella mole doliente y pensativa
de la selva,
vi un puñado de luces, como un tropel de avispas.
por entre aquella mole doliente y pensativa
de la selva,
vi un puñado de luces, como un tropel de avispas.
¡La posada! El nervioso
látigo persignó la carne viva
de mi caballo, que rasgó los aires
con un largo relincho de alegría.
látigo persignó la carne viva
de mi caballo, que rasgó los aires
con un largo relincho de alegría.
Y como si la selva
comprendiese todo, se quedó muda y fría.
comprendiese todo, se quedó muda y fría.
Y hasta mí llegó, entonces,
una voz clara y fina
de mujer que cantaba. Cantaba. Era su canto
una lenta... muy lenta... melodía:
algo como un suspiro que se alarga
y se alarga y se alarga... y no termina.
una voz clara y fina
de mujer que cantaba. Cantaba. Era su canto
una lenta... muy lenta... melodía:
algo como un suspiro que se alarga
y se alarga y se alarga... y no termina.
Entre el hondo silencio de la noche,
y a través del reposo de la montaña,
oíanse los acordes
de aquel canto sencillo de una música íntima,
como si fuesen voces que llegaran
desde la otra vida..
y a través del reposo de la montaña,
oíanse los acordes
de aquel canto sencillo de una música íntima,
como si fuesen voces que llegaran
desde la otra vida..
Sofrené ml caballo;
y me puse a escuchar lo que decía:
y me puse a escuchar lo que decía:
- Todos llegan de noche,
todos se van de día...
todos se van de día...
Y, formándole dúo,
otra voz femenina
completó así la endecha
con ternura infinita:
otra voz femenina
completó así la endecha
con ternura infinita:
- El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la vida.
en mitad del camino de la vida.
Y las dos voces, luego,
a la vez repitieron con amargura rítmica:
a la vez repitieron con amargura rítmica:
- Todos llegan de noche,
y todos se van de día ...
Entonces, yo bajé de mi caballo
y me acosté en la orilla
de una charca.
y todos se van de día ...
Entonces, yo bajé de mi caballo
y me acosté en la orilla
de una charca.
Y fijo en ese canto que venía
a través del misterio de la selva,
fui cerrando los ojos al sueño y la fatiga.
a través del misterio de la selva,
fui cerrando los ojos al sueño y la fatiga.
Y me dormí, arrullado; y, desde entonces,
cuando cruzo las selvas por rutas no sabidas,
jamás busco reposo en las posadas;
y duermo al aire libre mi sueño y mi fatiga,
porque recuerdo siempre
aquel canto sencillo de una música íntima:
cuando cruzo las selvas por rutas no sabidas,
jamás busco reposo en las posadas;
y duermo al aire libre mi sueño y mi fatiga,
porque recuerdo siempre
aquel canto sencillo de una música íntima:
- Todos llegan de noche,
todos se van de día!
El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la vida...
todos se van de día!
El amor es tan sólo una posada
en mitad del camino de la vida...
sábado, 21 de noviembre de 2015
OBRAS DE CONVERSACIÓN Y PASATIEMPO Cristobal Castillejo
CONTRA LOS ENCARECIMIENTOS DE LAS COPLAS ESPAÑOLAS
Estando comigo a solas,
Me viene un antojo loco De burlar con causa un poco De las trovas españolas Al presente; De aquellas principalmente Muy altas, encarescidas, Excellentes y polidas, Que mucho estima la gente;
Y de aquellos estremados
Que por estilo perfeto Sacan del pecho secreto Hondos amores penados. Son del cuento Garci-Sánchez y otros ciento Muy gentiles caballeros, Que por caos cancioneros Echan sospiros al viento.
No se me achaque o levante
Que me meto a decir mal De aquel subido metal De su decir elegante; Antes siento Pena de ver sin cimiento Un tan gentil edificio, Y unas obras tan sin vicio Sobre ningún fundamento.
Los requiebros y primores
¿Quién los niega, de Boscán, Y aquel estilo galán Con que cuenta sus amores? Mas trovada Una copla muy penada, El mesmo confesará Que no sabe dónde va Ni se funda sobre nada.
Aunque no por un tenor,
Todos van por un camino; También sabe Guardamino Quexar su mal y dolor Sin paciencia; No hay dél otra diferencia. Al que se cuelga de un hilo, Que no ser tal el estilo Sobre la mesma sentencia.
Y de aquí debe venir
Que contando sus pasiones, Las más comparaciones Van a parar en morir; Van de suerte Que nunca salen de muerte O de perderse la vida; Quitaldes esta guarida, No habrá copla que se acierte.
Por donde los trovadores
Son de burlas y reír Que no se dan a escrebir Sino penas y dolores. ¡Cosa vana, Que la lengua castellana, Tan cumplida y singular, Se haya toda de emplear En materia tan liviana!
Coplas dulces, placenteras,
No pecan en liviandad, Pero pierde autoridad Quien las escribe de veras, Y entremete El seso por alcahuete En los misterios de amor; Cuanto más si el trovador Pasa ya del caballete.
Y algunos hay, yo lo sé,
Que hacen obras fundadas De coplas enamoradas, Sin tener causa por qué. Y esto está En costumbre tanto ya, Que muchos escriben penas Por remedar las ajenas, Sin saber quién se las da.
Pero digo que arda en ellas
De los pies a la cabeça, Decidme, ¿a quién endereça Sus coplas y sus querellas? Si las vende A la dama que le prende, ¿Qué mayor desaventura Que hablar por escritura Con quien sé que no la entiende?
Cuanto más que ni leer
Las más saben ni escrebir. Y en el dar o rescibir Aún hay algo que hacer. Mal mascada Vais, copla desventurada, Y la que más os estima Devana su seda encima, Y quedáis vos allí aislada.
Ved qué donoso presente,
Que la que más fe aventura Por gozar d'esta locura, Ni la gusta ni la siente; Y el provecho, Es que por vuestro derecho, Alguna dama loquilla, Dirá por gran maravilla: "¡Ay, qué coplas que me han hecho!"
Pues si donde era razón
Tan pequeño fruto hacen, Con los demás, aunque aplacen, Deshonesta cosa son, Y muy vano Exercicio, y aun profano, Publicar yo mis flaquezas, Liviandades y baxezas, Y escrebirlas de mi mano.
Sobra de bien y pan tierno
Hace que los amadores Comparen el mal de amores A las penas del Infierno. Tú, Cupido, Estás muy favorescido Pensando que aquello es, Mas donde hay dolor francés El tuyo queda en olvido.
Final
Coplas y locuras mías,
Vuestro tiempo se ha llegado Para aliviar el enfado Destos trabajosos días. Todas pasaréis por buenas, Siendo aquel que os da favor, Por natura mi señor, Y por suerte mi Mecenas. |
viernes, 20 de noviembre de 2015
Viejo Estribillo de A,amo Nervo
VIEJO ESTRIBILLO
¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
-Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
-Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...
Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
-Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
-Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...
¡Oh, Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo!
nada más Tú eres cierto, sé Tú mi último Dueño.
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...
nada más Tú eres cierto, sé Tú mi último Dueño.
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...
jueves, 19 de noviembre de 2015
Vicente Huidobro LA POESÍA ES UN ATENTADO CELESTE
LA POESÍA ES UN ATENTADO CELESTE
Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron
Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco
Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol Cuántas cosas me he ido convirtiendo en
[otras cosas...
Es doloroso y lleno de ternura
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol Cuántas cosas me he ido convirtiendo en
[otras cosas...
Es doloroso y lleno de ternura
Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio Esperar en silencio
http://www.manosalarte.com/vicentehuidobro.html
Hay que guardar silencio Esperar en silencio
http://www.manosalarte.com/vicentehuidobro.html
miércoles, 18 de noviembre de 2015
Poema de: HILARIO ASCASUBI (1807 - 1875)
LA ENCUHETADA
Hoy hará una trasnochada
apretando el imprentero, y allá al rayar el lucero piensa acabar mi versada.
Siendo ansí, a la madrugada
le echaré en la población; pero antes hago intención (se lo alvierto por si acaso) de ir a pegarle un albazo llevándosela, patrón.
Por ahora voy a largar
solamente el primer trozo, y hay otro más cosquilloso, que después le he de atracar hasta hacerlo corcoviar a ese conde Palmetón; y le asiguro, patrón, que no desprecio a otro inglés, más que a ese maula, y después a otro de un zaíno rabón.
Conque, va sabe, temprano,
mañana al venir el día, me cuelo en la imprentería de Hernández el Valenciano, y me agarro mano a mano a cimarroniar con él: y en cuanto acabe el papel dándomelo, de ahi mesmito, me guasquiaré, patroncito, a su casa de tropel.
Verá, señor, con qué esmero
ha pintao la estampería, que le ha hecho a mi versería Musiú Lebas, el santero.
¡Ah, francés, lindo!, ansí quiero
pagarle muy rigular; y ansí tienen que alumbrar los que pretiendan libritos, con diez y ocho vintencitos al tiro y sin culanchear. Su amigo, Luciano Callejas. |
martes, 17 de noviembre de 2015
Estanislao del Campo
El alma del que sufre es noche triste:
Toldada está por el pesar sombrío,
Y las amargas lágrimas que vierte
Son, Lucila, sus gotas de rocío
Halla quien nace bajo estrella amiga,
Florida primavera en su existencia,
Y hasta el cielo, propicio, le sonríe
Del éter tras la clara transparencia.
Tú de mi amante corazón conoces
El secreto, Lucila, doloroso:
Aunque sólo de lejos, has oído
Su gemido profundo y angustioso.
Tú no sufriste ni lloraste nunca:
Tu vida, solo ha sido una alborada
Teñida, cual las plumas de un flamenco,
Por una luz dulcísima y rosada.
El fuego del amor que por ti siento,
Voraz, inextinguible, ya ha tornado
En cenizas las flores de mi alma.
¡La lava del volcán invadió el prado!
Tus amores de niña sólo fueron
Blandos gorjeos de canoras aves,
Brisas del sentimiento, juguetonas,
de las flores del alma, aromas suaves.
Tú, en el romance de la vida mía,
De mi existencia en la novela triste,
Hasta hoy llenaste el doloroso cuadro,
Hasta hoy, Lucila, la heroína fuiste.
Yo pasé por el cielo de tu vida
Como una nube que arrebata el viento,
Sin dejar un recuerdo en tu memoria,
Sin despertar en tu alma un sentimiento.
Tú eres el agua que me roza el labio,
La fruta que el sentido me enajena,
Y un Tántalo yo soy que en vano agito
Los anillos de mi áspera cadena.
Yo soy, Lucila, a tus divinos ojos,
Estrellas de brillantes resplandores,
Más bien que tu amador, un jardinero
De quien recibes con desdén las flores.
Tú eres la inconmovible y desdeñosa,
Aunque gentil y bella castellana;
Yo, el trovador que canta al pie del muro
Sin que se abra a su acento tu ventana.
Tú eres el astro que en el cielo gira
Derramando su lumbre refulgente:
Yo, el satélite humilde, condenado
A seguir ese giro eternamente.
Tu eres la llama que la brisa leve
Hace ondular, apenas, cariñosa;
Yo, la víctima triste de ese fuego,
la pobre, enamorada mariposa.
Tú, las aguas tranquilas de tu vida
Surcarás dando el lino al blando viento,
Como el céfiro corre entre las flores,
Como cruza la luna el firmamento.
Yo, el desierto, Lucila, de la mía
Recorreré infelice peregrino,
Mojando con el llanto de mis ojos
Las espinas y piedras del camino.
Yo, en ese largo, fatigoso viaje,
En mi alma llevaré tu imagen bella.
Tú... ¡ni tan solo pedirás al cielo
Un rayo de luz para mi huella! ¡ADIÓS!
http://www.manosalarte.com/estanislaodelcampo.html
Toldada está por el pesar sombrío,
Y las amargas lágrimas que vierte
Son, Lucila, sus gotas de rocío
Halla quien nace bajo estrella amiga,
Florida primavera en su existencia,
Y hasta el cielo, propicio, le sonríe
Del éter tras la clara transparencia.
Tú de mi amante corazón conoces
El secreto, Lucila, doloroso:
Aunque sólo de lejos, has oído
Su gemido profundo y angustioso.
Tú no sufriste ni lloraste nunca:
Tu vida, solo ha sido una alborada
Teñida, cual las plumas de un flamenco,
Por una luz dulcísima y rosada.
El fuego del amor que por ti siento,
Voraz, inextinguible, ya ha tornado
En cenizas las flores de mi alma.
¡La lava del volcán invadió el prado!
Tus amores de niña sólo fueron
Blandos gorjeos de canoras aves,
Brisas del sentimiento, juguetonas,
de las flores del alma, aromas suaves.
Tú, en el romance de la vida mía,
De mi existencia en la novela triste,
Hasta hoy llenaste el doloroso cuadro,
Hasta hoy, Lucila, la heroína fuiste.
Yo pasé por el cielo de tu vida
Como una nube que arrebata el viento,
Sin dejar un recuerdo en tu memoria,
Sin despertar en tu alma un sentimiento.
Tú eres el agua que me roza el labio,
La fruta que el sentido me enajena,
Y un Tántalo yo soy que en vano agito
Los anillos de mi áspera cadena.
Yo soy, Lucila, a tus divinos ojos,
Estrellas de brillantes resplandores,
Más bien que tu amador, un jardinero
De quien recibes con desdén las flores.
Tú eres la inconmovible y desdeñosa,
Aunque gentil y bella castellana;
Yo, el trovador que canta al pie del muro
Sin que se abra a su acento tu ventana.
Tú eres el astro que en el cielo gira
Derramando su lumbre refulgente:
Yo, el satélite humilde, condenado
A seguir ese giro eternamente.
Tu eres la llama que la brisa leve
Hace ondular, apenas, cariñosa;
Yo, la víctima triste de ese fuego,
la pobre, enamorada mariposa.
Tú, las aguas tranquilas de tu vida
Surcarás dando el lino al blando viento,
Como el céfiro corre entre las flores,
Como cruza la luna el firmamento.
Yo, el desierto, Lucila, de la mía
Recorreré infelice peregrino,
Mojando con el llanto de mis ojos
Las espinas y piedras del camino.
Yo, en ese largo, fatigoso viaje,
En mi alma llevaré tu imagen bella.
Tú... ¡ni tan solo pedirás al cielo
Un rayo de luz para mi huella! ¡ADIÓS!
http://www.manosalarte.com/estanislaodelcampo.html
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