Su voz augusta
Sofocada quedó con los sollozos,
Hondos gemidos arrojó del seno,
Retemblaron sus miembros vigorosos,
El dolor ofuscó su faz adusta
Y la inclinó de abatimiento lleno.
-¿Pues las pasiones que al mortal oprimen
acosan a los muertos en la tumba?
¿Hasta ella el grito del rencor retumba?
¿También las almas en el cielo gimen?"
Así hablé y respondió - "Joven audace,
El atrevido pensamiento enfrena.
Piensa en ti, en tu nación; mas lo infinito
No será manifiesto
A los ojos del hombre: así está escrito.
Si el destino funesto
El denso velo destrozar pudiera
Que la profunda eternidad te esconde,
Más, joven infeliz, más te valiera
Ver a tu amante en brazos de tu amigo
Y ambos a dos el solapada acero
Clavar en tus entrañas,
Y reír a tu grito lastimero
Y, sin poder, morir, sediento y flaco,
Agonizar un siglo, ¡un siglo entero!
Sofocada quedó con los sollozos,
Hondos gemidos arrojó del seno,
Retemblaron sus miembros vigorosos,
El dolor ofuscó su faz adusta
Y la inclinó de abatimiento lleno.
-¿Pues las pasiones que al mortal oprimen
acosan a los muertos en la tumba?
¿Hasta ella el grito del rencor retumba?
¿También las almas en el cielo gimen?"
Así hablé y respondió - "Joven audace,
El atrevido pensamiento enfrena.
Piensa en ti, en tu nación; mas lo infinito
No será manifiesto
A los ojos del hombre: así está escrito.
Si el destino funesto
El denso velo destrozar pudiera
Que la profunda eternidad te esconde,
Más, joven infeliz, más te valiera
Ver a tu amante en brazos de tu amigo
Y ambos a dos el solapada acero
Clavar en tus entrañas,
Y reír a tu grito lastimero
Y, sin poder, morir, sediento y flaco,
Agonizar un siglo, ¡un siglo entero!
Sentí desvanecerse mi cabeza,
Tembló mi corazón, y mis cabellos
Erizados se alzaron en mi frente.
Tembló mi corazón, y mis cabellos
Erizados se alzaron en mi frente.
Ignacio Rodriguez Galván
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