Romance a Abel Martín.
Hace mil años, un día
al pie del mar de un espejo,
me quedé muerto mirando la sinrazón de mi sueño.
Desde mi voz descendían
gaviotas de pecho negro,
y el mar estaba de pie
temeroso de mi aliento.
Se ahogaba un niño de miel
en su fulgor pasajero
y me lloraba el cristal
donde yo me estaba viendo.
Mi mar era un niño azul
vestido de terciopelo,
con dos ojos desvelados
mirando mis ojos ciegos.
Le pregunté quien vivía
del otro lado del viento,
y el mar se burló de mi,
con sus razones de espejo.
Así me encontré una vez,
con Álvaro Figueredo,
en un rincón de mi casa
un crepúsculo de invierno.
Mi sombra estaba detrás
de la pared del espejo,
y era el espejo un carruaje
llevándose un niño muerto.
al pie del mar de un espejo,
me quedé muerto mirando la sinrazón de mi sueño.
Desde mi voz descendían
gaviotas de pecho negro,
y el mar estaba de pie
temeroso de mi aliento.
Se ahogaba un niño de miel
en su fulgor pasajero
y me lloraba el cristal
donde yo me estaba viendo.
Mi mar era un niño azul
vestido de terciopelo,
con dos ojos desvelados
mirando mis ojos ciegos.
Le pregunté quien vivía
del otro lado del viento,
y el mar se burló de mi,
con sus razones de espejo.
Así me encontré una vez,
con Álvaro Figueredo,
en un rincón de mi casa
un crepúsculo de invierno.
Mi sombra estaba detrás
de la pared del espejo,
y era el espejo un carruaje
llevándose un niño muerto.
Otra vez me puse a hablar
con Álvaro Figueredo.
era un miércoles amargo
y al pie del mar verdadero.
Un ancho toro de espuma
con las pezuñas de fuego,
iba quebrando el crepúsculo
donde yo me estaba viendo.
El mar estaba sin ojos
ese miércoles de enero
y se trenzaban la barba
con los olvidos del tiempo.
Yo estaba solo y miraba
al mar con ojos ajenos.
Mis ojos lloraban lentas
gaviotas de pecho negro.
De mar en mar se escuchaba
el llanto del campanero.
El mar estaba en el mar
y el mar estaba en mis sueños.
Le pregunté quién vivía
del otro lado del viento,
y el mar se burló del mar
como si fuera un espejo.
Los dos quedamos al pie
del mar que nunca sabremos:
Mi voz un poco mas fría
y el mar un poco mas negro.
El mar estaba dormido
soñando un miércoles muerto.
Pero yo estaba soñando
durmiendo un miércoles ciego.
Ya nadie sabe quien soy
y en cuanto soy, solo veo
un mar que mira sin ver
las hojas de un mar eterno.
Si yo no fuera quién soy
Pensara que era un espejo.
con Álvaro Figueredo.
era un miércoles amargo
y al pie del mar verdadero.
Un ancho toro de espuma
con las pezuñas de fuego,
iba quebrando el crepúsculo
donde yo me estaba viendo.
El mar estaba sin ojos
ese miércoles de enero
y se trenzaban la barba
con los olvidos del tiempo.
Yo estaba solo y miraba
al mar con ojos ajenos.
Mis ojos lloraban lentas
gaviotas de pecho negro.
De mar en mar se escuchaba
el llanto del campanero.
El mar estaba en el mar
y el mar estaba en mis sueños.
Le pregunté quién vivía
del otro lado del viento,
y el mar se burló del mar
como si fuera un espejo.
Los dos quedamos al pie
del mar que nunca sabremos:
Mi voz un poco mas fría
y el mar un poco mas negro.
El mar estaba dormido
soñando un miércoles muerto.
Pero yo estaba soñando
durmiendo un miércoles ciego.
Ya nadie sabe quien soy
y en cuanto soy, solo veo
un mar que mira sin ver
las hojas de un mar eterno.
Si yo no fuera quién soy
Pensara que era un espejo.
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